No hay parte del océano que no esté afectada por la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Así lo advierte el noveno Informe sobre el Estado de los Océanos del Servicio Marino Copérnico, impulsado por Mercator Ocean International. El documento muestra que los mares del planeta están experimentando transformaciones físicas sin precedentes con impactos directos en la vida marina, la producción de alimentos, las economías y los medios de subsistencia humanos.
El océano cubre el 75% de la superficie terrestre, contiene el 97% del agua y genera al menos el 50% del oxígeno. Pero la creciente acumulación de calor —hoy en torno a 0,7 vatios por metro cuadrado— está provocando un acelerado calentamiento global marino, olas de calor extremas y desplazamientos masivos de especies. Algunas zonas costeras pasaron más de 300 días en condiciones de ola de calor marina en 2023.
Los hábitats marinos más ricos, que sustentan pesquerías comerciales vitales, ya se redujeron más del 25%, y el 75% de los países que más contaminan con plásticos están ubicados cerca de ecosistemas coralinos vulnerables.
América Latina: una región en riesgo crítico
Los datos regionales del informe Copérnico son contundentes. Los corales del Caribe y de la costa oriental de América Central y del Sur están en peligro crítico, y el ritmo del calentamiento oceánico en el Caribe y el litoral brasileño supera el promedio mundial.
En el Pacífico, las zonas de aguas ricas y productivas frente a América Central y Sudamérica se redujeron más de un 25% desde 1998, disminuyendo el alimento disponible para peces de valor comercial.
La ola de calor marina de 2023 fue la más intensa registrada en el Atlántico Tropical Norte: el Caribe experimentó más de 250 días consecutivos en condiciones extremas, y gran parte del Atlántico frente a Colombia, Venezuela y Brasil superó los seis meses de calor oceánico anómalo.
A menos de dos meses de la COP30, el mensaje de los científicos es claro: reducir emisiones no basta. Los gobiernos deben restaurar ecosistemas marinos, reforzar políticas oceánicas y proteger una economía azul global valuada en miles de millones de dólares.
Se traspasa por primera vez el límite planetario de acidificación oceánica
La segunda alerta llega desde el Planetary Health Check 2025, elaborado por el Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK). Según este estudio, el planeta ha superado por primera vez el límite seguro de acidificación oceánica, lo que implica que ya se transgredieron siete de los nueve límites planetarios definidos por la ciencia.
Desde el inicio de la era industrial, la acidez del océano aumentó entre un 30 y 40%, afectando su capacidad para regular el carbono y sostener la biodiversidad marina. Las temperaturas elevadas agravan el problema: el océano pierde oxígeno —entre 1% y 3% desde 1970— y podría perder hasta cuatro veces más en los próximos siglos, incluso si se frenaran hoy las emisiones.
A esto se suman la minería submarina, las prácticas pesqueras destructivas y la contaminación química y plástica, que ya se detecta en todas las profundidades marinas.
Los científicos señalan que sólo dos límites planetarios —la capa de ozono y la carga de aerosoles— se mantienen dentro de la “zona segura”, gracias a políticas internacionales efectivas como el Protocolo de Montreal. El resto, incluidos el cambio climático, la integridad de la biosfera, el uso del agua dulce y los flujos biogeoquímicos, muestran tendencias de empeoramiento que amenazan la estabilidad del sistema terrestre.
El océano, fuente de vida y regulador del clima, está enviando señales inequívocas de alarma. Los informes coinciden en que el futuro de la humanidad depende tanto de reducir las emisiones como de restaurar la salud del océano. A medida que se acerca la COP30, los científicos insisten: actuar ahora no es una opción política, sino una necesidad planetaria.
