La industria de la aviación enfrenta una carrera contrarreloj para reducir sus emisiones y cumplir con los compromisos climáticos adquiridos. En este contexto, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) anunció que espera que la producción de combustible de aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés) se duplique en 2025, alcanzando las 2 millones de toneladas. Sin embargo, este volumen apenas representará el 0,7% del consumo total de combustible de las aerolíneas, lo que refleja los enormes desafíos que aún persisten en la transición hacia una aviación más verde.
Un avance insuficiente
Aunque el incremento proyectado es alentador, la IATA ha subrayado que el ritmo de producción de SAF sigue siendo “decepcionantemente lento“. Willie Walsh, director general de la organización, advirtió a Reuters que este aumento supondrá un costo adicional de 4.400 millones de dólares para las aerolíneas, debido a que el SAF sigue siendo significativamente más caro que el combustible convencional.
“El progreso en la producción y la reducción de costos debe acelerarse”, afirmó Walsh en un comunicado. “Las aerolíneas están comprometidas con la descarbonización, pero necesitamos un esfuerzo conjunto de gobiernos, productores de energía y fabricantes de aviones para lograrlo”.
El SAF, elaborado a partir de materias primas como aceites usados y biomasa, es considerado clave para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050, establecido por el sector en 2021. Sin embargo, su escasa disponibilidad y alto precio han frenado su adopción masiva.
Las aerolíneas no solo enfrentan obstáculos en la producción de SAF, sino también en la disponibilidad de aviones más eficientes. Varias compañías han criticado a los gigantes aeronáuticos Airbus y Boeing por los retrasos en la entrega de nuevas aeronaves, diseñadas para consumir menos combustible y reducir así la huella de carbono.
Además, existe un creciente descontento entre las aerolíneas y las empresas energéticas debido a los limitados suministros de SAF. Mientras las compañías aéreas exigen mayores volúmenes a precios competitivos, los productores de combustible argumentan que la transición requiere inversiones masivas y políticas claras de apoyo gubernamental.
El papel de los gobiernos y los incentivos
La IATA ha instado a los gobiernos a implementar medidas que impulsen la producción de SAF, como subsidios, exenciones fiscales y mandatos de mezcla obligatoria. Algunos países, como Estados Unidos y miembros de la Unión Europea, ya han anunciado iniciativas en este sentido, pero Walsh insiste en que se necesita una acción más coordinada a nivel global.
A pesar de los pronósticos de crecimiento, el camino hacia la sostenibilidad en la aviación sigue plagado de incertidumbres. Algunos expertos señalan que, incluso duplicando la producción de SAF en 2025, el porcentaje respecto al consumo total seguirá siendo marginal. Otros apuntan a tecnologías emergentes, como los aviones de hidrógeno o eléctricos, aunque su desarrollo a gran escala aún está lejos de materializarse.
Mientras tanto, las aerolíneas se ven presionadas por regulaciones ambientales más estrictas y por la creciente demanda de los pasajeros de opciones de vuelo más ecológicas. La IATA insiste en que, aunque el SAF no es la solución definitiva, su adopción acelerada es crucial para ganar tiempo mientras se desarrollan alternativas más limpias.