Mis amigos “los de verdad” son aquellos que se mantienen cerca “en las buenas y en las malas”. Con los que puedo tener conversaciones sinceras en las que no siempre concordamos pero que reflejan genuinamente lo que piensan y hacen. Para llegar a esos niveles de profundidad y transparencia se requiere dedicar mucho tiempo a construir confianza intercambiando opiniones, conociendo al otro y cómo actúa ante diversas situaciones. No solo construyendo desde la historia recorrida si no que generando nuevas experiencias y resolviendo los dilemas e inquietudes que se nos van planteando en diferentes etapas de la vida.
¿Qué tiene que ver la amistad con la agenda ambiental empresarial?
Este ejemplo me sirve como una metáfora sobre lo que considero son “las empresas de verdad”. Al igual que con mis amigos las empresas a las que quiero tener cerca cómo cliente y ciudadano son las que creo son genuinas y compartimos valores comunes. Son aquellas que a través del tiempo son consistentes en sus creencias fundamentales, que hacen lo que dicen y que no tienen dobles discursos según quién sea el oyente (accionistas, clientes o gobiernos). Las que no te defraudan, esas son para mi “las empresas de verdad”.
¿Y qué está pasando con la agenda ambiental empresarial? Con gran desilusión nos estamos dando cuenta que muchas empresas no estaban comprometidas en términos reales con sus metas ambientales y las eliminan, postergan o hacen menos ambiciosas. En este artículo de la revista Bloomberg podemos ver cómo grandes empresas multinacionales de diversas industrias cómo el petróleo & gas, alimenticias, banca y retail se han retractado de rimbombantes declaraciones públicas realizadas solo unos años antes por sus CEO’s.
“Estos son mis principios y si no les gustan, tengo otros” (frase atribuida erróneamente a Groucho Marx) pareciera que fue la lógica de muchas empresas. Una adaptación táctica al modelo de negocios respondiendo a una “coyuntura de época” y no a un convencimiento profundo de las mismas dada la evidencia científica (IPCC y múltiples estudios científicos) que indica la necesidad de cambios acelerados en nuestro modelo económico para sostener las condiciones de vida humana en el planeta.
¿Pero por qué se da este nuevo contexto en contra de la agenda ambiental?
Sin duda responde a una multitud de factores pero los que a mi impresión más afectan son cuatro y están íntimamente relacionados.
El primero es y fue el de la opinión pública: “entre salvar al oso polar y las personas salvemos a la gente” o “es una preocupación de clase alta”. Si no llego a fin de mes o no tengo trabajo no tengo espacio para preocuparme por la naturaleza. Muchos países occidentales encuentran dificultades para la creación de empleos desde el 2020.
El coronavirus generó una crisis económica que trajo mucha incertidumbre que sumado a los conflictos bélicos, guerras de tarifas, automatización solo se profundizó afectando sobre todo en la creación de empleos de menor calificación. Lo cierto es que existe una amplia gama de nuevos trabajos “verdes” que podrían evitar esta dicotomía en industrias de nuevas energías, producción agrícola sustentable, tratamiento de residuos, por mencionar solo algunas. Como ejemplo, en este estudio académico, se estima que por cada millón de dólares invertidos en energías limpias se crean 7,49 empleos vs 2,65 en energías fósiles, una diferencia neta de 5 empleos.
Por otro lado a la creencia de que es una “preocupación para los de clase alta”, estudios del Banco Mundial muestran que los más afectados ante los efectos climáticos son las personas de menores ingresos. No solo por los eventos extremos (huracanes, inundaciones, etc.) que afectan a los con menos infraestructura si no que también por otros factores como el encarecimiento de la producción de alimentos.
Como consecuencia a estas creencias hubo un cambio político. Presidentes cómo Trump y Milei o ex presidentes cómo Bolsonaro tienen una agenda que va en contra o desprioriza este tema. Estos lograron transformar en votos esta falsa dicotomía de economía vs ambiente. Muchas de estas campañas políticas fueron en parte financiadas por grupos económicos que les interesaba retrotraer políticas en beneficio propio. En ese sentido, un artículo de The Guardian estima USD$445M de aporte de las petroleras para influencia política en EEUU. El resultado ha sido que estos nuevos dirigentes han relajado la legislación e inspección ambiental y en el caso de EEUU incluso instigado a empresas a declinar sus metas generando una despriorización de los objetivos climáticos en cada empresa.
El tercero es la presión que tienen las empresas sobre la rentabilidad en el corto plazo.
A las empresas que transan sus acciones en bolsa se les mide por rentabilidad en plazos cortísimos (trimestrales y anuales) y una parte importante de la evaluación que hace el directorio sobre los equipos ejecutivos es en base a este indicador. Esta evaluación corta y constante tensiona hacia una visión más cortoplacista del negocio y, en muchas ocasiones, el tener una estrategia de sustentabilidad requiere inversiones en nuevas energías, compensación, manejo de residuos, proveedores con mejores prácticas, entre otros.
Desde un punto de vista económico y financiero estas inversiones traen sus resultados en el mediano y largo plazo con clientes más fieles, recursos disponibles para uso en el futuro (vs el agotamiento de los mismos), disminución de costos (como cuando se invierte en un parque solar), mencionando solo algunos de los beneficios. Por ende si la legislación y la opinión pública se “relaja” disminuye la presión en desmedro de los resultados favoreciendo el cortoplacismo.
Uffff… ¿Y entonces qué se puede hacer?
Todo esto parece tan grande y multidimensional que puede desanimarnos a actuar o tratar de influir pero comparto algunas acciones que nos permiten ponernos en movimiento hacia una solución.
En términos del factor político por una parte debemos informarnos sobre las propuestas de los políticos a los que votamos y amplificar en nuestros espacios de influencia las propuestas de aquellos que creemos aportan a este camino. También recordar que en cada país hay diferentes niveles de gobiernos nacionales, regionales, municipales, legislativos por lo que siempre se podrá tener representantes en alguno de estos espacios que acompañen esta agenda.
En términos de la opinión pública, es acercar información a ciudadanos de cómo afecta en su día a día los problemas ambientales. Desde los problemas de salud (aire y microplásticos), los económicos (aumento de valor de alimentos, gastos en climatización), seguridad (desastres climáticos), entre otros. Un consejo es ser cuidadosos de no infoxicar (intoxicar con información) o de compartir desde una superioridad moral que creo han sido errores de este movimiento que alejan a las personas.
De cara a las empresas, a nuestras “amigas” (las de verdad) reforcemos positivamente el sostener el camino, nuestro mejor voto en ese sentido es que cuando querramos hacer una compra las hagamos con estas. Se daba algo muy raro con la “característica ambiental” al momento de la compra ya que muchas veces era en base a una promesa futura de valor cuando en el resto de los atributos exigíamos que se cumpla en el presente. Nadie compraría un auto que en 10 años más va a ser más rápido, o un televisor que el 2030 tendrá una definición increíble. Entonces compremos en base a la propuesta ambiental que las empresas cumplen en el presente.
A otro nivel, para quienes estamos dentro de empresas, logremos que los compromisos sean a nivel directorio de accionistas y no solo de los equipos ejecutivos que son más efímeros. También otro recurso que está siendo muy utilizado es el de demandar a las empresas por “publicidad engañosa” o generar “recursos de protección ambiental” por parte de asociaciones de consumidores u ONG’s ambientalistas (230 casos en 2023 según este artículo del London School of Economics). Si bien este camino parece un tanto difícil de llevar a cabo se puede dar soporte apoyando económicamente a las organizaciones que se dedican a esto.
En conclusión es importante no desanimarse porque la causa en sí misma es muy importante para el futuro de la vida en la tierra y una contingencia socio política no debiera desorientarnos. Reforcemos a “las de verdad” y usemos las herramientas desde lo democrático, comunicacional, de mercado y legislativo para poder influir en detener este retroceso acompañando a las organizaciones que nuclean estas soluciones ya que solo así tendremos una oportunidad.
*Álvaro Bronstein Román impulsa la transformación hacia una economía regenerativa e inclusiva, fortaleciendo empresas y organizaciones de impacto desde su rol como Social Innovation Strategist en la fintech Naranja X y como integrante del Directorio de Mayma.
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