Optimismo testarudo: la campaña juvenil que redefinió el Derecho Climático

World’s Youth for Climate Justice es una campaña mundial que lleva el cambio climático y los derechos humanos ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). (Foto: EcoNews Creative Lab)

La primera vez que besé la frente de mi hermano recién nacido, sentí que el mundo se detenía un instante. Su respiración suave era como el eco de un suspiro de esperanza… y al mismo tiempo, un llamado urgente: si nosotros no cuidamos el planeta, ¿qué herencia recibirán quienes recién comienzan a vivir?

A pesar de compromisos internacionales y de tratados históricos como el Acuerdo de París, la acción global ha sido claramente insuficiente para frenar el avance del cambio climático. Las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero continúan batiendo récords cada año, mientras que los recortes prometidos por los Estados siguen sin materializarse en políticas efectivas ni en inversiones reales en energías limpias. 

Esta brecha entre palabra y acción agrava fenómenos meteorológicos extremos, desigualdades y pérdidas irrecuperables. Urge elevar la ambición y aplicar con urgencia las medidas ya acordadas, o estaremos condenando a generaciones presentes y futuras a un planeta muerto.

El camino de las juventudes hacia La Haya

Era 2021 y estaba pensando en el tema de la tesis. En la Facultad de Derecho me encontré con docentes que no se tomaban en serio las implicaciones jurídicas de causar daño irreparable al planeta. “El cambio climático no tiene nada que ver con los derechos humanos”, decían equivocadamente, como quien intenta detener una ola con las manos. La frustración provocada por tal indiferencia sería solo más combustible para mi determinación.

En mi búsqueda de respuestas, me encontré con una red de personas jóvenes de todo el mundo, algunas estudiantes de Derecho, que entregaban su tiempo de forma voluntaria a algo que les daba propósito y esperanza: llevar el cambio climático al máximo tribunal del mundo: la Corte Internacional de Justicia (CIJ), ubicada en La Haya (Países Bajos). 

Tan  solo tres años atrás, en 2019, un grupo de 27 estudiantes de Vanuatu –un Estado insular en el Océano Pacífico– había iniciado un movimiento global de justicia climática. Estos estudiantes fundaron el movimiento Estudiantes de las Islas del Pacífico Luchando contra el Cambio Climático y llevaron esta idea a las autoridades de Vanuatu, país que se convirtió en el líder de la estrategia diplomática para tales esfuerzos. 

En 2019, y bajo el liderazgo del Pacífico, personas jóvenes de todos los continentes nos agrupamos en una red global en apoyo a este movimiento, la Juventud del Mundo por la Justicia Climática (World’s Youth for Climate Justice, en inglés). 

La campaña conjunta de estos movimientos de juventudes consiguió el apoyo de más de 1700 organizaciones de la sociedad civil y personas expertas (incluyendo a Christiana Figueres, exsecretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático).

Impresionado y esperanzado por esta iniciativa que se alineaba con mi investigación jurídica, en 2022, tomé la riesgosa decisión de renunciar a un empleo estable para coordinar la campaña para América Latina del movimiento. En octubre de 2022, cuando apenas comenzaba a involucrarme con la organización, hablé en una recepción diplomática cerca de Naciones Unidas. Un mes después, estaría coordinando la campaña regional en la COP27, replicando esta acción frente a representantes que negocian el futuro climático del planeta.

Trabajé con cientos de personas jóvenes voluntarias que buscaron reunirse con funcionarios públicos para conversar sobre la posibilidad de apoyar la Resolución de Naciones Unidas que aprobaría la consulta a la CIJ (esto requería convencer a la mayoría de los Estados miembros de la ONU). 

Una vez aprobada la consulta, en 2023, trabajamos con comunidades, movimientos de juventudes y Estados de todo el mundo para asegurar que, los argumentos jurídicos presentados a la CIJ, aseguraran el mejor resultado posible para nuestros derechos. También capacitamos y entrenamos a personas jóvenes de todo el mundo en cómo involucrarse en estos procesos. Durante cinco años viajamos a las conferencias climáticas globales y exigimos respuestas claras de funcionarios estatales sobre su apoyo a la iniciativa.

La decisión histórica de la Corte y su impacto global en la protección del sistema climático

El sistema climático incluye el aire, agua, hielos, seres vivos y suelo, que interactúan para regular el calor, las lluvias y los vientos. Protegerlo es vital porque asegura agua limpia, alimentos sanos, nos ayuda a enfrentar huracanes, sequías e inundaciones, y además protege realmente la vida salvaje. Sin embargo, prácticas como la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, y carbón), la tala de bosques y la ganadería intensiva liberan gases que retienen el calor del sol en la atmósfera, calentando el planeta. 

Si no frenamos estas prácticas, la temperatura global llegará a límites críticos para la existencia de la vida en el planeta. Aumentarán los eventos extremos y pondremos en riesgo nuestro bienestar y el de las generaciones futuras. En Costa Rica, de donde soy, ya vemos como las estaciones cambian abruptamente, los suelos se saturan con agua, la cual muchas veces escasea en el verano.

El 23 de julio de 2025, la CIJ emitió su Opinión Consultiva. En su decisión unánime, los 15 jueces y juezas de diversas partes del mundo, decidieron que proteger este sistema es una obligación legal de todos los Estados. Incumplirla puede causar daños a otros Estados y violar los derechos humanos, por lo que los países deben actuar con un cuidado especial. Hacer lo contrario, les expone a ser demandados a nivel nacional e internacional.

Las juventudes del mundo que luchamos por este resultado recibimos el fallo como un paso importante en la dirección correcta, pero ahora nos toca, a cada uno de nosotros, asegurar su cumplimiento. Es nuestro deber.

¿Qué podemos hacer ahora?

Les comparto un secreto de esta campaña: los grandes cambios nacen de acciones diminutas de miles de personas con un objetivo en común. Si un grupo de jóvenes, con pocos recursos y muchas ganas, logró poner el cambio climático en manos de los máximos jueces y juezas del planeta, imagínese lo que podemos alcanzar juntos como sociedad.

América Latina y el Caribe puede y debe liderar en la acción urgente y ambiciosa que se necesita para frenar el cambio climático. Debemos cerrar la puerta de forma definitiva a los combustibles fósiles, construir el desarrollo social y económico de la mano de las comunidades, y cultivar e innovar en energías limpias, justas y abundantes

Hoy, le invito a ser parte de la ola. Porque cambiar el mundo no es una tarea de gigantes: es la suma de impulsos y personas sencillas, ideas nobles y voces pequeñas encontrando su eco. Y ese eco puede convertirse en un enorme estruendo imposible de ignorar.


*José Daniel Rodríguez Orúe es asesor estratégico de World’s Youth for Climate Justice


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