Las cantantes Rosalía y Björk lanzaron una colaboración llamada “Oral” y son furor en el mundo musical. Sin embargo, también son noticia por una gran acción ambiental: salvar a los peces de las jaulas submarinas. Aunque la canción no tenga relación con el conflicto ictícola, sí lo tiene su recaudación. Todos los fondos que reúna irán en beneficio de la lucha contra la acuicultura en Islandia.
Particularmente, es un llamado a accionar contra la salmonicultura, una actividad que también se hace en Chile. “En comparación con Islandia, la situación de Chile es mucho más grave”, dijo la vocera de Greenpeace de este país sudamericano, Estefanía González.
La salmonicultura es una parte de la acuicultura, es decir, del cultivo de peces y otras especies del mar, que consiste en el cultivo intensivo de salmones. Tiene tres fases:
En Islandia, hay 51 zonas dedicadas a la producción de salmones de manera artificial, donde producen entre 30 y 40 mil toneladas de esta especie. Sin embargo, se producen fugas que contaminan los ecosistemas locales y eso genera el rechazo de la comunidad local.
Por ejemplo, reportaron un escape de 3 500 salmones de la empresa MOWI, que llegaron a los cauces de 24 ríos, y afectaron el hábitat del salmón silvestre que muere al interactuar con su par criado en cautiverio. Esto pasa por los químicos y antibióticos a los que son sometidos en los criaderos, que terminan perjudicando a los otros peces, y a ellos mismos. Y, por último, parte de esas sustancias que quedan presentes en los animales llegan a los humanos, tras su ingesta. Por eso, las organizaciones ambientalistas y la población general, están exigiendo que se protejan las especies nativas.
Desde Greenpeace, afirman que esta situación es aún peor en Chile: “Los escapes llegan a los 824 000 ejemplares, según cifras de Sernapesca. Islandia tiene un total de 51 áreas aprobadas y acá 1 405, con otras 224 en trámite”, dijo González. Y agregó que, mientras en el país nórdico está permitido producir 103 000 toneladas de salmones, “en Chile se producen entre 900.000 y 1.000.000. Es decir, 25 veces más”.
Al comenzar el escándalo en Islandia, Björk decidió actuar o, mejor dicho, cantar. “Oral” es una canción que escribió en los años 90, pero que nunca grabó, y se le ocurrió hacerlo en colaboración con Rosalía. “Le dije: ‘¿Cantarías en este track para mí? Es por el ambiente’. Y ella inmediatamente me dijo que sí, sin siquiera escucharlo”, contó Björk en una entrevista con la revista Rolling Stone.
“Creo que quería hacerlo sobre todo por el medio ambiente, aunque el tema le encantó”, agregó. Además, en otra entrevista a The Guardian, explicó que propuso a Rosalía para llegar al público hispano y a países que comparten este problema ambiental, “como Argentina y Chile”. Argentina se convirtió en 2021 en el país pionero contra la salmonicultura, ya que la provincia Tierra del Fuego se convirtió en el primer lugar del mundo en prohibir la industria salmonera. Sin embargo, los activistas siempre están atentos.
En el caso de Chile, a diferencia de Noruega e Islandia, el salmón es una especie exótica e invasora. Su cría intensiva genera un hacinamiento de estos peces en las balsas jaula “que requieren un alto uso de químicos y antibióticos y provoca múltiples desechos que contaminan las aguas y fondos marinos”, detalla Greenpeace. “Esta actividad es desarrollada por empresas extranjeras multinacionales que utilizan hasta 800 veces más antibióticos para producir salmones en la Patagonia, de los que usan en sus países de origen (Noruega por ejemplo), zonas donde el salmón es nativo”, explica.
Al comienzo del videoclip de la canción “Oral”, aparece un mensaje que señala que todo lo recaudado irá para la lucha contra la salmonicultura. Además, en el sitio web de la cantante islandesa se describe el problema de la acuicultura en el país europeo y da una opción, para que cualquier usuario pueda donar a la causa.
Sobre el porqué de la lucha, detalla Björk en su sitio web la necesidad de preservar la fauna marina. Puntualmente, señala las consecuencias de la cría intensiva de salmones:
“Tiene graves costos para nuestro planeta y facilita un inmenso sufrimiento a millones de salmones. Esta es una forma despiadada e inhumana de producir alimentos. El cultivo de salmón en corrales abiertos pone en riesgo la existencia misma del salmón salvaje único de Islandia que habitó la isla mucho antes de los primeros asentamientos humanos en la segunda mitad del siglo IX”.
“Esta industria libera desechos sin filtrar en nuestros océanos. A través de las redes fluyen libremente excrementos de peces, restos de pienso, pesticidas, medicamentos, microplásticos y metales pesados en enormes cantidades. Los productos químicos y los plásticos son letales para otros tipos de vida marina”.
“Las poblaciones de salmón de Islandia provienen de una línea evolutiva específica. La población de salmón salvaje de Islandia ronda los 60 000 ejemplares. Cada río tiene su propio clan de salmones especial adaptado al entorno local, su río natal, por selección natural durante miles de años”, escribe.
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