Una mirada franciscana a la COP30

Una cumbre sobre Cambio Climático en esta región representa una oportunidad para aprender de la sabiduría de sus pueblos ancestrales. (Foto: EcoNews Creative lab)

Del 10 al 22 de noviembre del 2025, Brasil acogió la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en su 30 edición (COP30). El lugar: Belém do Pará, en la región amazónica, ciudad del norte del país que contrasta con la selva y la abundancia de sus ríos; habitada por pueblos originarios, comunidades ribereñas y afrodescendientes.

Este evento global reunió delegaciones de 195 países, organizaciones de la sociedad civil, de la academia, indígenas de muchas partes del mundo y movimientos basados en fe. Como Familia Franciscana estuvimos allí, a través de Franciscans International (FI), religiosos, religiosas y laicos preocupados y ocupados en el cuidado de la casa común.

En lo personal, fue muy significativo que la COP30 se realizase en la Amazonía Brasileña. Hace unos años tuve la oportunidad de conocer muchos de los pueblos de la Amazonía, no solo de Brasil, sino de los otros países que son parte del bioma amazónico. Con ellos aprendí que la danza, la alegría y la espiritualidad son una forma de resistencia, abonan la esperanza y fortalecen los vínculos comunitarios.

En medio de tantas amenazas, el destino de la Amazonía está conectado con el destino del planeta. Una cumbre sobre Cambio Climático en esta región representa una oportunidad para aprender de la sabiduría de sus pueblos ancestrales y para dar pasos firmes en la creación de acuerdos globales que garanticen el cuidado de la casa común.

Fueron dos semanas de intensas negociaciones, diálogos y encuentros en la denominada Zona Azul, espacio oficial de las sesiones de trabajo. Al finalizar la Cumbre, en el Documento Final, encontramos algunos avances en materia de financiamiento y adaptación climática. Pero también frustración ante la falta de compromisos políticos concretos. Ejemplo de ello, la no inclusión de una hoja de ruta para la reducción o la eliminación de los combustibles fósiles.

Pero la COP30, va más allá de lo sucedido en el pabellón de negociaciones oficiales. Esta Cumbre destacó por todo lo que generó paralelamente: la participación de la sociedad civil, las demandas y manifestaciones de los pueblos originarios, la voz de las juventudes y el creciente protagonismo de las iglesias ante la emergencia climática. La música y la cultura fueron el canal para los encuentros, alimentaron la esperanza y nos recordaron los muchos lenguajes para comunicar aquello que trasciende a las palabras y a los documentos oficiales.

Me han preguntado de qué manera las personas pueden apoyar los esfuerzos globales ante la emergencia climática actual y dar continuidad a los procesos de la COP30. Son muchas las formas. La primera es asumiendo un compromiso por aprender de estos temas, hablarlo con los amigos y vecinos. Creando redes de colaboración y de articulación. Segundo, participando de los espacios democráticos de sus países, con una conciencia crítica y fiscalizando los acuerdos asumidos por los políticos. O bien, luchando para que existan estos espacios de participación y acción. Generando presión ciudadana para que quienes toman las decisiones asuman compromisos concretos. Tercero, percibiendo de un modo diferente nuestro rol en el planeta, descubriendo que somos cuidadores y cultivadores, somos parte de una comunidad de vida y tenemos un compromiso con las nuevas generaciones. Y, por último, conectando nuestros esfuerzos con una espiritualidad encarnada que nos permita sabernos y sentirnos familia, con un destino común, y con un horizonte de cuidado y preocupación por los más débiles. Transformando la indignación en esperanza activa, esa que moviliza, que junta manos y corazones; esa que escucha el grito de la tierra, de los pobres. Y no permanece indiferente ante ese clamor.

Como Franciscano y también como parte del Movimiento Laudato Si’, tengo la certeza de que participar de estos espacios es parte de mi misión. Junto con los hombres y mujeres de buena voluntad, abrazo la responsabilidad evangélica de cuidar de la vida amenazada, la dignidad humana y el equilibrio ecosistémico. Somos conscientes de las raíces sistémicas de la crisis ecológica y podemos generar conciencia para la gestación de transformaciones profundas. Acompañamos las luchas y las esperanzas de muchas comunidades alrededor del mundo y encontramos allí las semillas del Reino y la invitación constante de reconstruir la iglesia, las relaciones y la casa común, nuestro hogar compartido.


Sobre EcoNews Opinión: Este espacio reúne voces diversas con una mirada crítica, plural y profunda sobre los grandes temas de la agenda socioambiental. Las opiniones expresadas en esta sección pertenecen exclusivamente a sus autores y no reflejan necesariamente la postura editorial de EcoNews. Promovemos el debate abierto y riguroso, en un contexto de respeto, honestidad intelectual y reconocimiento de las complejidades que atraviesan nuestro tiempo. Porque pensar el mundo que habitamos requiere pluralismo, reflexión y la valentía de abrazar las contradicciones.

¡Sumate a EcoNews Weekly!

Tu dosis semanal de información socioambiental. Todos los jueves, la newsletter de EcoNews en tu bandeja de entrada.

Exit mobile version