Más de 90 países han alzado la voz para exigir un tratado global “ambicioso” que frene la contaminación por plásticos, incluyendo metas concretas para reducir su producción. Este llamado, liderado por naciones de todos los continentes, marca un hito en la lucha contra una crisis ambiental que amenaza los océanos, la salud humana y el clima. Sin embargo, el camino hacia un acuerdo efectivo está plagado de desafíos, enfrentando la resistencia de grandes productores de petróleo y plástico.
Un frente común contra la crisis del plástico
La Declaración de Niza, presentada durante la Conferencia de la ONU sobre los Océanos en Francia, refleja una postura firme: no basta con mejorar el reciclaje o gestionar residuos. “No podemos mentirnos diciendo que eso resolverá el problema”, afirmó la ministra francesa de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacher.
Entre los firmantes figuran la Unión Europea, Canadá, México, Colombia y decenas de estados insulares vulnerables, como los del Pacífico y el Caribe. En el caso de Argentina, no firmó la declaración.
El documento pide:
- Reducir la producción y consumo de plástico a niveles sostenibles, con revisiones periódicas para aumentar la ambición.
- Eliminar gradualmente los plásticos y químicos más dañinos.
- Financiamiento internacional para apoyar la transición en países en desarrollo.
El principal obstáculo lo representan naciones como Arabia Saudita, Rusia e Irán, que en negociaciones anteriores bloquearon cualquier mención a recortes en la producción. Argumentan que el tratado debe centrarse solo en reciclaje, una postura que críticos tildan de “insuficiente”.
El plástico, derivado en un 99% de combustibles fósiles, es el nuevo salvavidas para la industria petrolera ante la transición energética. Según estimaciones, su producción se duplicará para 2050, consumiendo un tercio del presupuesto global de carbono para limitar el calentamiento a 1.5°C.
Ginebra: la última oportunidad
Las negociaciones se reanudarán en agosto en Suiza, tras el fracaso de la ronda de 2023. Según señala The Climate Home News, Alicia Bárcena, secretaria mexicana de Medio Ambiente, admitió que las divisiones podrían retrasar un acuerdo: “Depende de si queremos uno mediocre o ambicioso“.
La incógnita es el rol de Estados Unidos, cuyo apoyo ha sido tibio. Mientras la administración Biden mostró apertura a límites de producción, un posible regreso de Donald Trump —aliado de los combustibles fósiles— podría cambiar el juego. Funcionarios europeos reconocen que hay “incertidumbre” sobre su posición.
*Fuente: The Climate Home News