El mundo perdió en 2024 el equivalente a 18 campos de fútbol de bosque por minuto, según el último informe del Laboratorio GLAD de la Universidad de Maryland y Global Forest Watch (GFW). Los datos son alarmantes: la pérdida global de bosques tropicales primarios casi se duplicó respecto a 2023, alcanzando 6.7 millones de hectáreas, un área comparable al tamaño de Panamá.
En este escenario desolador, Sudamérica emerge como la región más afectada. Brasil mantiene su triste liderazgo como el país con mayor deforestación, pero Bolivia escaló del tercer al segundo puesto mundial, superando a naciones como la República Democrática del Congo. Perú y Colombia no se quedan atrás, con cifras que reflejan un retroceso en los esfuerzos de conservación.
Bolivia: incendios y políticas que aceleran la destrucción
Bolivia perdió en 2024 1.8 millones de hectáreas de bosque, de las cuales 1.5 millones eran bosque primario, un aumento del 200% respecto al año anterior. El 83 % de esta pérdida se concentró en ecosistemas maduros, vitales para la biodiversidad y el equilibrio climático.
Los incendios forestales, muchos provocados para despejar tierras para la agroindustria, fueron responsables del 59 % de la devastación, una proporción sin precedentes. “No hay palabras. Con la crisis económica y la carrera electoral, perdemos no solo bosques, sino también esperanza”, lamentó Jorge Campanini, investigador del Cedib.
El departamento de Santa Cruz, epicentro del agronegocio, perdió 1.3 millones de hectáreas, mientras que Beni y La Paz batieron récords históricos. Stasiek Czaplicki, economista ambiental, atribuyó el desastre a la sequía extrema y a políticas que promueven la expansión ganadera y sojera: “El 38 % de la deforestación fue por desmontes mecanizados”.
Un rayo de esperanza lo dio Charagua Iyambae, autonomía indígena guaraní que, con sistemas de alerta temprana, logró contener los incendios por segundo año consecutivo.
Por encima de Bolivia, y liderando el ránking, está Brasil que concentra el 42% de la pérdida global de bosques primarios, con 2.8 millones de hectáreas destruidas en 2024. La peor sequía en 70 años, sumada a incendios sin control, arrasó la Amazonía y el Cerrado. La ganadería y el cultivo de soja —con incentivos durante el gobierno de Bolsonaro— siguen siendo los principales impulsores.
*Fuente: Mongabay