“Recibí muchas amenazas por visibilizar lo que nos hacen comer, respirar y beber a diario. Pero ya no basta con decir “Fuera Monsanto”, porque las cadenas de maldad hoy se extienden al resto de las compañías multimillonarias y se enredan con el silencio. Pues no hay enfermedad sin veneno y no hay veneno sin esa connivencia criminal entre las empresas multinacionales, la industria de la salud, los gobiernos y la Justicia. Hoy más que nunca, necesitamos que paren y para eso debemos luchar, aun en el peor de los escenarios, porque nuestro enemigo se volvió demasiado fuerte. No son empresarios, son operarios de la muerte”, escribió Fabián Tomasi en 2018, seis meses antes de morir a causa de los agroquímicos.
Tomasi fue un peón rural y ex fumigador desde el 2005. Por su exposición directa a los agroquímicos, enfermó y se le generó polineuropatía tóxica severa y atrofia muscular generalizada. Falleció el 7 de septiembre de 2018, con un peso menor a 40 kilos. En marzo de ese año, había escrito una carta para La Garganta Poderosa titulada “Tengo miedo de morir”.
Su historia lo convirtió en un emblema de la lucha contra los agroquímicos a nivel mundial. El ensayo fotográfico “El costo humano de los agrotóxicos” de Pablo Piovano lo volvió famoso, como así también el libro Envenenados del periodista Patricio Eleisegui.
Fabián Amaranto Tomasi trabajaba en el campo, en la localidad entrerriana de Basavilbaso, sin protección. Nunca fue advertido de los riesgos que corría. “Nunca pensé que iban a descuidarme tanto. Yo tenía que abrir los envases (de agrotóxicos) que dejaban al costado del avión, volcarlo en un tarro de 200 litros para mezclarlo con agua, y enviarlo al avión a través de una manguera”, había dicho en una entrevista con Télam, en la que aseguró que él único consejo que le habían dado fue “No lo hagas en contra del viento, así los gases no te afectan”.
El ex peón se describía a sí mismo como “la sombra del éxito” del modelo hegemónico del campo. Su misión fue concientizar a las personas del peligro de los agroquímicos, como el glifosato, que no solo lo perjudicó a él, sino que enfermó y mató a muchas más personas, incluido niños. En septiembre, en el Mes de la Agroecología, se celebra que cada vez haya más conciencia sobre los modos de producir alimentos, pero el modelo del agronegocio aún continúa haciendo estragos.
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