Un nuevo informe de WWF, realizado junto con la Universidad de Birmingham y presentado en Argentina por la Fundación Vida Silvestre, advierte que la contaminación por plásticos no es solo un problema ambiental: se trata de una crisis sanitaria global en rápido crecimiento.
El estudio, titulado “Plásticos, salud y un solo planeta”, analiza casi 200 investigaciones científicas y revela que los micro y nanoplásticos —junto a los aditivos químicos que contienen— están asociados a graves impactos en la salud humana y ambiental. Entre ellos, se incluyen alteraciones hormonales, cánceres vinculados a hormonas como el de mama y testículo, problemas reproductivos, infertilidad y enfermedades respiratorias crónicas.
Plástico en la mesa y en el organismo
Según datos recopilados por Fundación Vida Silvestre, los residuos plásticos ya están presentes en todos los ambientes naturales y forman parte de la cadena alimenticia de muchas especies, incluidos los seres humanos. “Incorporamos pequeñas partículas de plástico a través de los alimentos y bebidas, que se acumulan en nuestro organismo”, señaló Diego Albareda, Coordinador de Paisajes Costero-Marinos de la organización, quien recordó que estudios estiman que una persona podría estar ingiriendo el equivalente a una tarjeta de crédito por semana.
En Argentina, el Censo Provincial de Basura Costero Marina muestra que más del 70% de los residuos hallados en las playas bonaerenses son plásticos, con efectos que van desde la pérdida de biodiversidad hasta daños económicos en actividades como la pesca, el turismo y la navegación.
Un tratado global en la cuerda floja
Mientras la magnitud del problema crece —cada día unas 30.000 toneladas de plástico llegan a los océanos—, los gobiernos del mundo se preparan para la última ronda de negociaciones del tratado global contra la contaminación por plásticos, que tendrá lugar este mes en Ginebra. Sin embargo, las discusiones han superado los plazos originales, lo que genera preocupación entre las organizaciones ambientales.
WWF y Fundación Vida Silvestre insisten en que el tratado debe ser ambicioso, equitativo y jurídicamente vinculante, con medidas como:
- Prohibiciones globales a los plásticos y químicos más dañinos.
- Normas internacionales de diseño que favorezcan la economía circular.
- Apoyo financiero y técnico para países en desarrollo.
- Mecanismos para actualizar y reforzar el acuerdo a lo largo del tiempo.
El informe también plantea la necesidad de abordar la crisis plástica bajo el enfoque de Una Sola Salud, que reconoce la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental. “Entender esta conexión es clave para diseñar soluciones coordinadas que protejan la salud pública, conserven la biodiversidad y fortalezcan la resiliencia del planeta”, subrayó Albareda.
El antecedente del Protocolo de Montreal, que logró revertir el deterioro de la capa de ozono antes de que la ciencia tuviera certezas absolutas, es el ejemplo que las organizaciones ponen sobre la mesa: actuar de forma preventiva frente a amenazas globales, antes de que sea demasiado tarde.