Contaminación lumínica y buen descanso: ¿las luces afectan nuestra salud?

La polución lumínica afecta de diversas maneras silenciosas en la salud humana.

Es necesario percibir y analizar el ambiente de manera integral para comprender la íntima relación que existe entre la naturaleza y el ser humano. Solo así se puede ser consciente de los efectos que las problemáticas ambientales tienen en nuestra vida.

Tal ocurre con la contaminación lumínica, un tipo de polución no tan popular, a diferencia de otras como la contaminación del agua o del suelo. En términos generales, es la contaminación que hace referencia al aumento del brillo del cielo nocturno causado por luces artificiales. Principalmente, la causa de esta polución es un mal uso y direccionamiento de la luminaria pública.

En la actualidad, más de 4400 millones de personas viven en las ciudades, según el Banco Mundial. Según la ONU, más del 80% de la población mundial vive bajo un “cielo alumbrado“. Esta situación, lejos de afectar solamente a la visibilidad nocturna del cielo, tiene efectos silenciosos en la salud.

Las luces de todo el planeta Tierra son sumamente visibles desde la Estación Espacial Internacional.

Los efectos de la contaminación lumínica en la salud y cómo resolverlos

La presencia de luces artificiales por doquier genera efectos nocivos en la salud, tales como la disminución de la melatonina. Esto altera los ritmos circadianos y puede aumentar el riesgo de sufrir patologías como el insomnio, estrés, envejecimiento acelerado, diabetes, obesidad o hasta cáncer, según diversos estudios científicos.

A nivel personal, se pueden tomar medidas para reducir los efectos de la luz artificial en nuestra salud:

Además, podes no solo cuidar tu descanso sino también tener en cuenta ciertas condiciones a la hora de iluminar tu hogar y exigir que la luminaria pública de tu zona sea eficiente.

Las 5 claves para reducir la contaminación lumínica

Si te interesa ayudar activamente en la reducción de la contaminación lumínica, estos 5 principios propuestos por la Dark Sky International son claves para exigir una correcta iluminación en las calles de tu entorno, que no afecte al ambiente. Según esta organización que lucha por la protección del cielo limpio a nivel mundial, las luces externas deben ser:

  1. Útiles: cada luz debe tener un uso específico justificado.
  2. Bien dirigidas: cada luz debe iluminar un sitio específico. Debe estar dirigida para iluminar un objetivo concreto.
  3. De bajo nivel: las luces deben ser de la menor reflectividad posible, evitando luces más brillante de lo necesario.
  4. Controladas: los detectores de movimiento o temporizadores son piezas clave para automatizar las luces. Así, deben encenderse en horarios y momentos realmente necesarios.
  5. Cálidas: en lo posible, limitar el uso de luces azules y preferir luces cálidas que contaminan menos el ambiente.
El principio n°2 propone dirigir correctamente la luminaria pública, siendo los sensores de movimiento la tecnología ideal para evitar derroche de luz. (Créditos: Dark Sky International)

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