COP30: entre el “mutirão” y el déjà vu climático

Desde el 6 de noviembre se realiza en Belém, Brasil, la esperada COP30. La expectativa es alta: pasar del discurso a la acción. (Foto: EcoNews Creative Lab)

Otra cumbre, otro llamado urgente, otra promesa de cambio. La COP30 arranca en Belém, Brasil, con la Amazonía como telón de fondo y un guion que ya conocemos demasiado bien: discursos sobre cooperación, urgencia y esperanza; documentos plagados de verbos en condicional; y una sensación cada vez más amarga de que el reloj climático no negocia.

André Corrêa do Lago, presidente de la conferencia, apeló al espíritu del “mutirão” —esa palabra brasileña que simboliza el trabajo colectivo—. Hermosa metáfora. Pero difícil no pensar que ese espíritu se diluye cuando algunos países llegan con recetas recalentadas y otros directamente se levantan de la mesa.

Mientras Estados Unidos decide, una vez más, retroceder en sus compromisos y abandonar el Acuerdo de París, las islas del Pacífico se hunden —literalmente—. La embajadora de Palaos lo dijo sin rodeos: el retiro estadounidense cambió el rumbo de las negociaciones. Traducción libre: cambió el rumbo del planeta.

En ese mismo escenario aparece Argentina. Bajo el mando de Javier Milei, el país resiste al “gran cónclave climático” y asiste con más dudas que certezas: recortes drásticos al presupuesto ambiental (algunos informes estiman hasta un 80 % en ciertas agencias), y una postura pública de cuestionamiento de la ciencia del clima. Argentina se compromete a presentar nuevas metas (NDC) de cara a la COP30, sí, pero el cálculo se revisa, cambia la metodología… y cuando uno profundiza, el resultado no da en positivo. En medio de inundaciones, sequías y glaciares que se derriten, ofrecer un gesto “formal” sin sustancia no es sólo irresponsable: es impostor.

Y, sin embargo, seguimos sentados discutiendo a qué velocidad caeremos

El informe del PNUMA es clarísimo: vamos camino a un aumento de 2,8 °C este siglo si no cambiamos drásticamente el curso. En términos humanos, eso significa migraciones masivas, pérdida de ecosistemas, inseguridad alimentaria y conflictos. Ya son 250 millones las personas desplazadas por eventos climáticos. Pero parece que esas cifras pesan menos que el precio del barril.

Como dijo la científica Katharine Hayhoe, estas negociaciones son como una cena a la que cada uno lleva algo. Y se nota quién trae un plato casero con esfuerzo y quién llega con los nuggets congelados del año pasado. Spoiler: los nuggets siguen viniendo del norte.

Mientras tanto, en la Amazonía, el “pulmón del planeta” lucha por respirar entre promesas verdes y economías marrones.

No alcanza con “mutirões” simbólicos ni con selfies bajo árboles centenarios. Necesitamos responsabilidad política, financiamiento real y justicia climática. Porque si los países más responsables de la crisis no se hacen cargo, la factura se pagará —una vez más— en el sur global.

La COP30 podría ser histórica. O podría ser solo otro capítulo en el manual de la inacción climática. Todo depende de si los líderes están dispuestos a cambiar por elección propia… o esperar a que la tragedia los obligue.

Desde EcoNews, estamos en Belém para contarlo todo: lo que se dice, lo que se acuerda y lo que se posterga. Porque contar el cambio también es una forma de hacerlo posible.

*Esto es lo que tenés que saber de la COP30

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