Como Movimiento Laudato Si (MLS) en República Dominicana queremos contribuir con una mirada desde la ecología integral, trabajando en redes con nuestra Iglesia, otras hermanas, comunidades científicas y grupos socioambientales, para sumar nuestra voz al documento de Iglesia y Sur Global que enfatiza la importancia de la “soberanía de los pueblos indígenas y rurales” y la necesidad de una “alianza intercontinental del Sur Global” para defender la vida y la dignidad.
Enfrentamos una grave crisis hídrica y ambiental causada por la expansión de la megaminería, la contaminación de las fuentes de agua y la débil gobernanza ambiental. Desde la voz de todos los actores denunciamos que esta situación es consecuencia de un modelo extractivista que prioriza los intereses mineros por sobre el derecho humano al agua y la protección de los territorios.
Vulnerabilidad y conflictos legales
La condición insular del país, su limitada extensión y su alta biodiversidad lo hacen especialmente frágil ante la explotación minera. A esto se suma una contradicción entre la Constitución y la Ley 64-00 —que reconocen el agua como bien público— y el Código Minero junto con la Ley de Ordenamiento Territorial, que facilitan la entrega de concesiones a empresas extractivas.
Las presas de cola, como las de Barrick Gold en Cotuí o el proyecto Romero en San Juan, fueron señaladas como una amenaza permanente por su potencial catastrófico y los residuos tóxicos que generan. La contaminación por desechos mineros, agroquímicos y aguas residuales compromete la calidad del agua, mientras un 15% de la población sigue sin acceso al recurso.
Casos como los de San Cristóbal (Cuevas del Pomier), Sánchez Ramírez, San Juan y Dajabón muestran cómo los proyectos extractivos destruyen ecosistemas, desplazan comunidades y afectan los medios de vida rurales. En San Juan —donde nacen las principales cuencas hidrográficas del país— existen más de una docena de concesiones mineras a pesar del rechazo mayoritario de la población. La Cordillera Central fue declarada Madre de las Aguas por la Unesco.
Unidad y lucha ciudadana
El MLS, junto a los movimientos socioambientales, las iglesias y los vicariatos de pastoral ecológica, enfatizamos que la crisis hídrica es también una crisis de gobernanza. Reclamamos la participación efectiva de las comunidades en la toma de decisiones y una articulación nacional capaz de detener el avance minero.
La consigna común es clara: la defensa del agua y de la vida, que exige unidad, organización y acción colectiva sin protagonismos; cuidándonos, acercándonos y apoyando resistencias creativas con impacto a largo plazo.
Surgen entonces propuestas a través de los simposios que hemos impulsado, los congresos apoyados y las actividades, talleres, vigilias y marchas que destacan como fruto de la unidad en la diversidad, con el propósito de ser testimonio y ayuda a nuestros pueblos:
- Moratoria minera hasta reformar las leyes que facilitan la explotación.
- Reforma del marco legal para armonizar las leyes de agua, minería y medio ambiente.
- Incorporación de la licencia social obligatoria, que exija el consentimiento de las comunidades antes de autorizar proyectos.
- Revocación de concesiones en zonas de recarga hídrica y áreas protegidas.
- Protección del patrimonio natural y cultural.
- Fortalecer la educación ambiental, democratizar el conocimiento y articular una plataforma nacional que coordine luchas locales, promueva movilizaciones conjuntas y mantenga un discurso público unificado en defensa del agua.
Los grupos legales recomiendan una ofensiva jurídica unificada basada en amparos, demandas ambientales y litigios internacionales. Casos como los de Cotuí, San Juan o Bayaguana serán utilizados para sentar precedentes y denunciar al Estado ante instancias internacionales por violaciones a los derechos humanos y ambientales.
También impulsamos una campaña de acceso a la información pública, la creación de una base de datos sobre concesiones y licencias, y la defensa de la autonomía municipal frente a decisiones centralizadas.
Reafirmamos la necesidad de consolidar la unidad nacional y una red caribeña que eduque y movilice a la ciudadanía, impulsando una campaña de sensibilización sobre la importancia del agua como derecho y bien común.
Soñamos, como animadores Laudato Si, seguir sirviendo a la unidad, al cuidado y acompañamiento, fortaleciendo lo que cada uno de nuestros hermanos hace por el cuidado y la custodia de nuestra casa común.
Junto a ellos decimos: “El agua es un tesoro que vale más que el oro”.
Sabiendo que “no hay justicia climática sin conversión ecológica, y no hay conversión ecológica sin resistencia a las falsas soluciones”, exhortamos a nuestros hermanos a “desmontar intereses bajo nombres como ‘capitalismo verde’ y ‘economía de transición’”, que perpetúan las lógicas extractivistas.
