Cada año, la música en vivo genera cientos de miles de toneladas de emisiones de CO₂. Solo en el Reino Unido se calcula un impacto de más de 400.000 toneladas. El mayor peso de esa huella proviene de los viajes de los artistas, equipos técnicos y fans. Pero hay otra parte clave que muchas veces se pasa por alto: la energía necesaria para alimentar luces, pantallas y sistemas de sonido.
En la mayoría de los casos, esos conciertos se sostienen con generadores diésel, una fuente de energía altamente contaminante. Y en un contexto donde los científicos advierten que hay que dejar de quemar fósiles de inmediato si queremos evitar un colapso climático, la industria musical también debe repensar su modelo.
La chispa que encendió una revolución
En medio de este panorama, un joven músico de Kansas City decidió que no podía seguir tocando de la misma manera. AY Young, que comenzó su carrera adolescente y llegó a presentarse en The X Factor, tomó en 2012 una decisión simple pero transformadora: conseguir su propia batería solar portátil para alimentar sus conciertos.
Lo que empezó como una solución casera para sus presentaciones terminó convirtiéndose en The Battery Tour, un proyecto que hoy acumula más de 900 espectáculos alimentados con energía limpia, en Estados Unidos y en distintos escenarios internacionales.
Han pasado 13 años desde aquel primer paso, y AY no solo sigue tocando: está cambiando la manera en la que se piensa la música en vivo. Su batería solar se transformó en una plataforma itinerante que genera electricidad para conciertos completos, reduciendo al mínimo las emisiones de carbono asociadas al show.
De Times Square al Rock in Rio
El recorrido de The Battery Tour es tan diverso como inspirador. Desde eventos locales en plazas comunitarias hasta escenarios icónicos como Times Square en Nueva York, el PHX Arena o el festival Rock in Rio, la propuesta de AY demuestra que el cambio es posible a cualquier escala.
El modelo es simple pero poderoso: donde haya un concierto, puede haber energía solar. Y lo que comenzó como un gesto individual se convirtió en un movimiento con impacto global.
El mensaje de AY Young trascendió los círculos musicales y captó la atención de instituciones internacionales. La ONU lo reconoció como joven líder, destacando no solo su creatividad artística sino su capacidad para impulsar soluciones concretas frente a la crisis climática.
Su proyecto conecta dos mundos que rara vez dialogan: la cultura pop y la transición energética. Y lo hace de una manera atractiva, positiva y, sobre todo, replicable.
¿Por qué importa tanto? Porque la música es uno de los grandes motores emocionales y culturales de nuestra época. Si miles de personas vibran al unísono en un concierto, ¿qué mejor escenario para mostrar que existen alternativas energéticas limpias y viables?
El impacto de The Battery Tour no se mide solo en emisiones evitadas, sino en la conciencia generada. Cada show es también una campaña de sensibilización que invita al público a imaginar un mundo donde la diversión no implique contaminación.
El futuro: llegar a los 1000
Hoy, AY y su equipo están a punto de alcanzar un hito histórico: los 1000 conciertos con energía solar. El objetivo es claro: demostrar que una transición justa también se baila, se canta y se celebra.
En un momento donde la industria musical busca recuperar su fuerza tras la pandemia y adaptarse a nuevos modelos de negocio, The Battery Tour aparece como una hoja de ruta: reducir la huella, apostar por la innovación y usar el poder de la música como catalizador de cambio.
El desafío que plantea AY Young va mucho más lejos de sus propias giras. Se trata de inspirar a festivales, promotores y artistas de todo el mundo a incorporar energías renovables como norma. Imaginar un Lollapalooza o un Glastonbury completamente alimentado por fuentes limpias ya no parece una utopía, sino un paso lógico frente a la emergencia climática.