El hongo tóxico de la maldición de Tutankamón se convierte en un aliado contra el cáncer

Aspecto de un conidióforo rugoso del hongo es: Aspergillus flavus. (Foto: CDC/Dr. Libero Ajello (PHIL #4299), 1963)

El Aspergillus flavus es un hongo conocido por su presencia en ambientes como tumbas antiguas, donde se ha relacionado con muertes de arqueólogos y exploradores debido a las toxinas que produce. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Pensilvania ha logrado modificar sus moléculas, convirtiéndolo en una poderosa herramienta contra el cáncer.

Este descubrimiento no solo desafía la percepción negativa de este microorganismo, sino que también abre nuevas fronteras en la búsqueda de medicamentos derivados de hongos. Los científicos han sintetizado un compuesto llamado asperigimicinas, capaz de atacar selectivamente células cancerosas, especialmente en casos de leucemia.

De las tumbas a los laboratorios: el camino de un hallazgo inesperado

El Aspergillus flavus ha sido históricamente temido por su capacidad para producir aflatoxinas, sustancias tóxicas y cancerígenas. Sin embargo, al estudiar su estructura molecular, los investigadores identificaron una clase de péptidos modificados, conocidos como RiPP (péptidos sintetizados por ribosomas y modificados), que demostraron propiedades antitumorales.

Las pruebas de laboratorio revelaron que las asperigimicinas son altamente selectivas, atacando principalmente células leucémicas sin dañar significativamente las sanas. Este nivel de especificidad es crucial en oncología, ya que reduce los efectos secundarios asociados a los tratamientos actuales.

Además, los investigadores observaron que estos compuestos bloquean procesos metabólicos clave en las células cancerosas, impidiendo su proliferación.

Aunque los resultados son alentadores, el camino hacia un medicamento viable aún es largo. El próximo objetivo es probar las asperigimicinas en modelos animales, evaluando su eficacia y seguridad en organismos vivos complejos. Si los resultados son positivos, se avanzaría hacia ensayos clínicos en humanos, un proceso que podría llevar varios años.

Los científicos también están explorando la posibilidad de optimizar la estructura molecular de estos péptidos para mejorar su potencia y reducir posibles efectos adversos. “Queremos asegurarnos de que el compuesto no solo sea efectivo, sino también seguro para los pacientes”, señalaron.

Este hallazgo refuerza la idea de que los hongos son una fuente subestimada de compuestos bioactivos. Desde la penicilina, descubierta en el Penicillium, hasta nuevos antifúngicos y anticancerígenos, los hongos siguen demostrando su valor en la medicina moderna.

“La naturaleza esconde soluciones en los lugares más inesperados”, afirmó uno de los investigadores. “El Aspergillus flavus pasó de ser una amenaza a un posible salvador, lo que nos recuerda la importancia de seguir explorando el mundo microbiano”.

*Fuente: efeverde.com

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