El papa Francisco (1936-2025) fue un gran líder mundial interreligioso cuya magnitud incuestionable se reconoció al final de su camino y tras su paso a la vida eterna. Durante su pontificado fue profundamente humanitario en su camino espiritual y nos dejó su autoploclamada conversión ecológica marcada por la defensa de la justicia social, la paz y el cuidado de la Tierra.
También fue un fiel defensor de las políticas negacionista del cambio climático “el clima es un bien común, de todos y para todos. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos entramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático debido principalmente a la actividad humana” en ese camino nos instó a apoyarlo, a los jóvenes a hacer lio y, principalmente, íntimo de manera enérgica a los Jefes de Estado llamándolos a la acción, solidaria, ecológica y humanitaria en defensa de la tierra a la que alguna vez comparó con la protección a una hermana.
No se puede soslayar que se expidió sobre la criminalidad ambiental al pedir que se legisle en materia penal ambiental, tanto en el ámbito internacional al apoyar como Jefe de Estado la propuesta del crimen internacional de ecocidio como en nuestro ámbito doméstico, donde buscó despertar a los profesores argentinos de derecho penal sobre la necesidad de proteger la Naturaleza desde el derecho penal.
Reseñando su obra encontramos que en el 2015 nos brindó su máximo aporte con su encíclica “Laudato Si” también llamada “encíclica verde”. Allí nos llamó la atención sobre la difícil situación de la Tierra y nuestro deber colectivo de protegerla. Puntualizó que “es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas (…) uno de los desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo y los pobres”. Y nos llamó a todos a la acción: “Se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energías renovables”.
Sentenció al “consumismo selectivo y extremo”. En su concepto de deuda ecológica dijo que, los países históricamente ricos han utilizado una parte desproporcionadamente mayor de los “derechos a contaminar” sin compensar a los países pobres que han contaminado mucho menos y, por lo tanto, tienen una responsabilidad hacía ellos. En noviembre de 2019, se convirtió en el primer Jefe de Estado en respaldar el reconocimiento del ecocidio como crimen internacional públicamente durante la Conferencia de la Asociación Internacional de Derecho Penal en Roma. Sostuvo que “un sentido elemental de la justicia requeriría que ciertas conductas, de las que las empresas suelen ser responsables, no queden impunes (…) todas aquellas que pueden ser consideradas ecocidio: la contaminación masiva del aire, de los recursos de la tierra y del agua, la destrucción a gran escala de flora y fauna, y cualquier acción capaz de producir un desastre ecológico o destruir un ecosistema”.
También propuso incluir el “pecado ecológico” en el Catecismo de la Iglesia Católica y destacó que este pecado debe ser reconocido como un deber moral.

En el 2020 con la exhortación “Querida Amazonia” reflexionó sobre la necesidad de integrar a los pueblos originarios en un proyecto de desarrollo sostenible y respetuoso con la biodiversidad de la región. Habló nuevamente de escuchar el clamor de la tierra y de los pobres. En ese mismo año, en su Carta Encíclica “Fratelli Tutti” dijo: “Cuidar al mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un nosotros que habita la casa común. Ese cuidado no interesa a los poder económicos que necesitan rédito rápido. Frecuentemente las voces que se levantan para la defensa del medio ambiente son acalladas o ridiculizadas, disfrazando de racionalidad lo que son sólo intereses particulares. En esta cultura que estamos gestando, vacía, inmediatista y sin un proyecto común, es previsible que algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones (17)”.
En el 2022 escribió una Carta dirigida al presidente de la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Penal (AAPDDP) en la que resaltó la necesidad de incorporar el ecocidio como una quinta categoría de crímenes contra la paz. En tal sentido señaló: “Necesitamos que los juristas debatan y propongan nuevas formas de protección jurídica de la Naturaleza, ya que el derecho humano a un medio ambiente saludable no puede resguardarse sin salvaguardar primero los derechos de la Naturaleza. Más concretamente, el derecho humano a la vida carece de sentido si los ecosistemas que sostienen a la humanidad no tienen derecho de existir. En consecuencia, resulta indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas. En consecuencia, resulta indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando con la libertad y la justicia (Laudato Si, 53)”.
Durante el 2023 escribió la Carta “un mensaje para nuestra Tierra”, su exhortación antes de la conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático en Dubai “Laudato Deum”, donde señaló: “Advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre. Más allá de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc. (…) es un problema social global que está íntimamente relacionado con la dignidad de la vida humana (…) es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la problemática de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos (…) podemos agregar que la pandemia del covid-19 ha constatado la estrecha relación de la vida humana con la de otros seres vivientes y con el medio ambiente. Pero en especial ha confirmado que lo que ocurre en cualquier lugar del mundo tiene repercusiones en todo el planeta. Esto me permite repetir dos convicciones en las cuales insisto hasta el cansancio: todo está conectado y nadie se salva solo”.
Fue crítico y no vaciló en sostener que “(…) a pesar de tantas negociones y acuerdos, las emisiones globales siguieron creciendo. Es verdad que se puede afirmar que sin estos acuerdos habían crecido todavía más. Pero en otros temas relacionados con el medio ambiente, cuando hubo voluntad, se obtuvieron resultados muy significativos, como ocurrió con la protección de la capa de ozono. En cambio, las transición que se necesita, hacía las energías limpias como la eólica y la solar, abandonando los combustibles fósiles , no tiene la velocidad necesaria. Por consiguiente, lo que se esta haciendo corre el riesgo de interpretarse solo como un juego para distraer”. Incluso ya durante la cumbre mencionada en su intervención refirió que “la destrucción del medioambiente es una ofensa a Dios, un pecado no solo personal sino también estructural, que pone en grave peligro a todos los seres humanos , especialmente a los más vulnerables, y amenaza con desencadenar un conflicto entre generaciones”. Incluso pidió escuchar el “gemido de la tierra” y dar “oídos a las esperanzas de los jóvenes y a los sueños de los niños”.
En 2024 Francisco dijo que la destrucción del medio ambiente es una ofensa a dios y fue incluido en la lista de los 100 latinos más comprometidos frente a la crisis climática y en una entrevista a la CBS New recordó el acuerdo de París de 2015, que llevó a la comunidad internacional a la conciencia de la “urgencia y necesidad de dar una respuesta colectiva para colaborar en la construcción de nuestra casa común”.

En línea con ello, hemos realizado desde la Asociación de Investigadores de Derecho Penal Ambiental y climático (AIDPAC) una propuesta para incorporar la figura de ecocidio a nuestro Código Penal, cuya respuesta ha sido su inclusión en el anteproyecto del Código Penal. Actualmente existen dos anteproyectos de Ley que la han adoptado y tienen estado parlamentario en el Congreso de la Nación Argentina. Recientemente, en enero de 2025, hemos tenido la oportunidad de hacerle llegar a través del Dr. Dino Bellorio Clabot la obra “Fragmentos y Testimonios de derecho penal ambiental y Climático” de AIDPAC en donde se encuentra publicada nuestra propuesta.
🖋️Firmá la petición de Change para que el ecocidio sea ley: https://www.change.org/LeyEcocidio
En síntesis, Francisco nos dejó una enseñanza y un gran legado sobre el ambiente y el uso adecuado de los recurso ambientales en bien del uso común. Instó al mundo a acelerar la necesaria y urgente transición ecológica. Impulsó como pocos el desarrollo sostenible e integral en protección de la tierra o casa común. Protegió desde sus palabras siempre a las generaciones futuras y los pueblos originarios. Encomendó a los lideres del mundo a reflexionar. Ellos sin lugar a dudas tienen hoy más que nunca una deuda con él y con la humanidad que deben tratar de saldar a la brevedad por la fragilidad de la tierra y la urgente necesidad de acción.
Nos pidió cuidar la naturaleza: “El planeta es un regalo que hemos olvidado cuidar. Proteger la creación es un acto de amor por los que vendrán (…) Cuidar la Tierra es nuestra responsabilidad, porque es nuestra casa común (…) Todas aquellas que puedan ser consideradas como ecocidio: la contaminación masiva del aire, de los recursos de la tierra y del agua, la destrucción a gran escala de flora y fauna, y cualquier acción capaz de producir un desastre ecológico o destruir un ecosistema”. Y alguna vez citando al escritor Miguel Ángel Asturias les dijo a los jóvenes no dejen de soñar “un escritor Latinoamericano decía que las personas tenemos dos ojos, uno de carne y otro de vidrio con el ojo de carne vemos lo que miramos con el ojo de vidrio vemos lo que soñamos”, por lo cual nos invitó a soñar y continuar con su legado para lograr un mundo mejor, justo y que proteja al ambiente.
¡Descansa en paz “Franciscus” como dice su tumba habiéndonos dejado un legado ambiental eterno e incuestionable. Rezamos por ti, como siempre pediste!