Argentina ha sabido ubicarse entre los referentes globales en la producción de biocombustibles, impulsada por el potencial de su biomasa agropecuaria y por una infraestructura industrial desarrollada a partir de la Ley 26.093 de 2006, que creó un régimen de promoción con beneficios fiscales, créditos subsidiados y la obligatoriedad de mezcla en combustibles fósiles desde 2010, según datos del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Ese marco dio lugar a 26 plantas de biodiésel y 18 de bioetanol operativas, concentradas principalmente en torno a materias primas como caña de azúcar, maíz y soja.
El biodiésel en base a aceite de soja fue durante años el estandarte del sector: Argentina llegó a ser el tercer productor mundial en 2015, con 1,8 millones de toneladas, y alcanzó 2,66 millones en 2016. Las exportaciones acompañaron: en 2022 se enviaron 1,24 millones de toneladas por USD 1.832 millones, también según el IGN.
Santa Fe concentra gran parte de la estructura productiva de biodiesel
La estructura productiva está fuertemente concentrada en Santa Fe, donde plantas de gran escala (de 100.000 a 600.000 toneladas anuales) conformaron un polo industrial ligado al complejo aceitero. Ahí se produce más del 80% del biodiesel de Argentina.
El resto de las industrias se distribuyen en Buenos Aires, San Luis, Entre Ríos, Santiago del Estero y La Pampa, tal como informa el organismo nacional.
Los desafíos que enfrenta el biodiésel en Argentina
No obstante, las regulaciones de 2006 impiden que grandes firmas abastezcan el mercado interno, reservado a pymes y empresas no integradas, advierte un artículo publicado en La Nación en 2024.
A ello se suma un problema de competitividad externa. Estados Unidos mantiene su mercado cerrado desde la confirmación de aranceles en 2021, mientras que la Unión Europea impone un precio mínimo que dejó a la industria argentina fuera del mercado en el primer trimestre de 2024. El impacto fue contundente: en 2023 las exportaciones cayeron 80,7% en valor y 76,7% en volumen, según datos citados por La Nación.
Mientras tanto, el mundo abre una nueva ventana: los combustibles sustentables de aviación (SAF, por sus siglas en inglés). La IATA fijó la meta de “emisión cero” para 2050 y anticipa una demanda creciente. Para el especialista internacional Agustín Torroba, el país tiene “un potencial enorme” por su liderazgo en exportación de aceite de soja, su capacidad de molienda de 70 millones de toneladas y su experiencia exportadora con certificaciones.
En la misma línea, Federico Pucciariello, presidente de Essential Energy Holding, destacó que Argentina tiene abundancia de recursos naturales y biomasa, y mencionó innovaciones como la clonación de triglicéridos en Rosario para producir biocombustibles avanzados, incluso para aviación.
En sus redes sociales, la Cámara Santafesina de Energías Renovables (CASFER) advierte que el desafío actual implica terminar con la incertidumbre y crear una política energética estable. “El camino hacia la carbono neutralidad es uno de los mayores negocios de la historia. Para nuestra región, ¡representa una oportunidad de más de $2.7 TRILLONES de dólares!“, concluye la entidad.
