El XXIV Foro de Ministras y Ministros de Ambiente de América Latina y el Caribe culminó el 2 de octubre con la adopción de la Declaración de Lima, un documento que refleja la posición regional frente a las principales prioridades ambientales. Este foro, que se realiza cada dos años, es el único espacio donde las máximas autoridades ambientales de nuestra región se reúnen para definir demandas comunes y posicionamientos frente a los desafíos ambientales globales.
Sin embargo, en esta edición la asistencia ministerial fue limitada: solo una decena de ministros estuvieron presentes, mientras la mayoría de países fue representada por equipos técnicos o viceministros.
El Foro concluyó con la adopción de la Declaración de Lima, documento que recoge los principales acuerdos regionales. En materia oceánica, se destacan tres menciones clave.
- La primera reconoce la importancia del Tratado de Altamar (BBNJ) y su próxima entrada en vigor, así como el ofrecimiento de Chile de acoger su Secretaría. Este punto refuerza el papel de América Latina en la gobernanza oceánica internacional, aunque el desafío será traducir ese reconocimiento en acción y coordinación efectiva entre los países de la región.
- El segundo punto aborda la necesidad de fortalecer la investigación científica sobre el océano y los fondos marinos, promoviendo el intercambio de información y reiterando el compromiso con el Decenio de las Ciencias Oceánicas (2021–2030).
- Por último, la Declaración reconoce al sargazo como una amenaza creciente para las economías, la biodiversidad y las comunidades costeras de la región, señalando la urgencia de soluciones financieras y tecnológicas en conjunto.
Aun así, hay temas clave que quedaron fuera del documento final. Uno de ellos es la falta de un posicionamiento regional frente a la minería submarina, en un contexto donde actualmente la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos discute la posible aprobación de licencias de exploración y explotación en aguas profundas. En ese sentido, un llamado regional a favor de una moratoria preventiva habría sido una señal importante de liderazgo y coherencia con los compromisos de conservación oceánica que los países de la región han venido impulsando.
Para concluir, la Declaración resalta la implementación del Plan de Acción Regional de Restauración de Ecosistemas. En este contexto, hubiera sido importante reconocer que la restauración de ecosistemas marino-costeros requiere enfoques técnicos específicos y una gobernanza adaptada a la dinámica oceánica, distinta a la aplicada en ecosistemas terrestres. Asimismo, la integración de los esfuerzos de restauración en redes de ecosistemas conectados puede fortalecer la resiliencia ecológica y los beneficios a largo plazo. Incorporar la conectividad ecológica desde la planificación inicial permitirá que las acciones de restauración tengan resultados más integrales y sostenibles para la región.
*Kiara Soto es Egresada de la Egresada de la carrera de Biología Marina por la Universidad Científica del Sur y Directora de Biodiversidad de SOA Perú.
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