La inteligencia artificial está en auge, pero su nivel de contaminación también. La elaboración de chatbots y de generadores de imágenes utilizan grandes cantidades de energía eléctrica, por lo que podría ser responsable de emisiones de carbono que son nocivas para el planeta.
Si bien la inteligencia artificial propiamente dicha se aloja en sistemas de computación en la nube, la misma funciona gracias a grandes servidores y centros de datos que utilizan energía eléctrica. Sin embargo, según informó Bloomberg, como el desarrollo de esta tecnología es acelerado y la transparencia es escasa, no es posible conocer con precisión la huella de carbono.
Para entrenar a los modelos de IA, estos grandes centros de datos usan unidades de procesamiento de gráficos (graphics processing unit, GPU). Estos chips son de los que más energía consumen en la industria tecnológica. Los programas de entrenamiento requieren miles de GPU para funcionar.
El entrenamiento del chat GPT-3 utilizó 1287 gigavatios hora, según Bloomberg, es decir, la misma cantidad de electricidad que consumirían 120 hogares en un año. Esto significa 502 toneladas de emisiones de carbono, la misma cantidad emitida por 110 vehículos en un año.
Estos datos son del entrenamiento de un solo programa que, si bien tiene un gran costo inicial de energía, es tan solo el 40% de la energía total consumida luego por el modelo. Además, toda nueva capacitación y reentrenamiento de los programas necesitan más consumo energético.
En el caso de Google la inteligencia artificial consumió entre 10 y 15% de la energía total de la empresa que en 2021 fue de 18,3 teravatios hora. Estos datos muestran que la IA consumió casi la misma electricidad que todos los hogares de una ciudad de 500 000 habitantes.
Microsoft, Google y Amazon tienen compromisos de carbono negativo. En el caso de Google, comunicó que planea que sus emisiones netas sean cero y que sus oficinas y centros de datos consuman energía libre de carbono para el 2030.
Microsoft, por su parte, anunció que está comprando energía renovable con el fin de ser carbono negativo para el 2030. Además, está investigando el uso de energía y la huella de carbono de sus modelos de inteligencia artificial.
Las investigaciones sobre las emisiones de carbono de la inteligencia artificial son pocas. Las compañías no siempre facilitan la información necesaria, por lo que no hay estimaciones globales de este fenómeno.
“Obviamente, a estas empresas no les gusta revelar qué modelo están usando y cuánto carbono emite”, dijo Roy Schwartz, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, a Bloomberg. El científico se asoció con un grupo de Microsoft para medir la huella de carbono de una gran modelo de IA y se espera ver los resultados del estudio pronto.
La industria cripto ya pasó por el escrutinio de su huella de carbono. Bitcoin consume anualmente la misma energía que toda la Argentina, según el Índice de Consumo de Electricidad de Cambridge Bitcoin. Esto hizo que China prohibiera criptominería y que Nueva York aprobara una moratoria de dos años sobre nuevos permisos para esta práctica.
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