Cada vez hay más conciencia sobre los efectos nocivos que genera vivir en grandes ciudades. Frente al estrés de la vida en las urbes, crece el fenómeno de alejarse del cemento para llevar una vida más sana y natural. En este sentido, la educación también ha evolucionado dando lugar a las llamadas “escuelas bosque”. Muy lejos de la educación tradicional pensada en edificios de hormigón grises, estas construcciones ecológicas invitan a conectar con el planeta Tierra en entornos naturales y aprender a producir de manera sostenible.
Educación sostenible: cómo se desarrollan las escuelas bosque
Actualmente existen más de 1000 escuelas bosque alrededor de todo el mundo, mayormente concentradas en Europa. Estas instituciones verdes desarrollan sus actividades en espacios alejados de la ciudad, repletos de arbolado y con luz cálida natural. Además, se centran en complementar las asignaturas tradicionales con conocimientos relacionados a la naturaleza. Algunas de las materias más comunes en las escuelas bosque son:
- Técnicas de reciclaje
- Técnicas de compost
- Siembra y cosecha
- Alimentación saludable
- Creatividad
- Reforestación
En qué países están las mejores escuelas bosque del mundo
Aunque el concepto de “escuelas bosque” se originó en Dinamarca en la década de 1950, esta idea de educación sostenible se fue extendiendo en distintos países del mundo hasta llegar a casi todo el planeta. Algunas de las escuelas bosque más conocidas son:
- Suecia: la primera escuela bosque nació en 1985, cuyos principios se centran en que “los niños reciben ayuda en su desarrollo de las cosas halladas en la naturaleza. Aprenden a reptar, saltar, equilibrarse y escalar sobre árboles caídos y rocas musgosas. Es un patio de juego ideal”.
- Dinamarca: el 20% de los jardines infantiles están en zonas boscosas y dictan clases artísticas y ambientales al aire libre.
- Costa Rica: en uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, la Ecovilla es un espacio único en el que “los niños aprenden que todo lo que está a su alrededor tiene un propósito”.
En todos estos sitios, las clases son dinámicas, participativas y mayormente al aire libre. Además, otra de las características esenciales de esta educación es que los cursos no se limitan a un horario específico. Más bien, cada alumno aprende a su propio ritmo y potencia sus intereses y curiosidades naturales.
Y vos, ¿irías a una escuela bosque?