El virus de la influenza aviar de alta patogenicidad (HPAIV) está causando la muerte de cientos de aves y mamíferos en la Antártida, más precisamente, en las islas Georgia del Sur y las Islas Malvinas. Hoy, un nuevo hallazgo publicado por un grupo de científicos de las Islas Malvinas y el Reino Unido, demostró que la gripe aviar es una amenaza inminente para la biodiversidad antártica, ya que “Hasta hace poco, la Antártida era la única región geográfica importante en la que nunca antes se había detectado el virus de la influenza aviar de alta patogenicidad (HPAIV)”.
El estudio, publicado en la revista Nature, confirmó la muerte de aves, focas y lobos marinos que habitan el frágil ecosistema antártico.
Ante un descubrimiento preocupante, esto es lo que dice la ciencia respecto a la evolución de la gripe aviar y su posible impacto en la biodiversidad y la humanidad:
(Podría interesarte: Gripe aviar y cambio climático: las condiciones perfectas para una “nueva pandemia”)
La gripe aviar llegó a la Antártida: por primera vez
El virus de la influenza aviar se detectó por primera vez en 1996. Pero, a pesar de su expansión global, nunca antes se había detectado la gripe aviar en la Antártida. En octubre de 2023, se confirmó por primera vez su presencia en aves marinas antárticas.
En este sentido, el hallazgo publicado el 3 de septiembre de 2024 analizó la muerte de cientos de animales antárticos desde 2023. Luego de encontrar a la gripe aviar como la causa del deceso masivo, la ciencia evidencia una expansión notoria del virus que amenaza la biodiversidad de uno de los ecosistemas más frágiles de la Tierra.
“No estoy seguro de que el público sea consciente de la importancia de la gripe aviar”, dijo el autor principal del estudio, Ashley Banyard, del Laboratorio internacional de referencia de la FAO/WOAH para la gripe aviar.
Según analizó el equipo liderado por Banyard, algunos de los animales infectado en las islas de Georgia del Sur y las Islas Malvinas son:
- Fulmar austral
- Albatros de ceja negra
- Gaviota cocinera
- Charrán antártico
- Cormorán de Georgia del Sur
- Lobo marino antártico
- Elefante marino del sur
(Leé más: La leche contiene el virus de la gripe aviar: ¿Qué significa este descubrimiento?)
¿Cómo llegó la gripe aviar a la Antártida?
Desde 2021, la cepa de gripe aviar conocida como H5N1 clado 2.3.4.4b, ha infectado a todo tipo de animales en Europa, Sudáfrica y América, desde vacas y aves hasta elefantes marinos.
Sin embargo, ante esta llegada del virus a la aislada región antártica, los científicos realizaron evaluaciones genéticas para descubrir el origen preciso. Luego de analizarlo, concluyeron que el virus “se propagó desde América del Sur, probablemente a través del movimiento de aves migratorias.”
El impacto de la gripe aviar en la Antártida
Tanto el archipiélago de las Islas Malvinas como Georgia del Sur representan áreas clave que albergan una importante diversidad de aves. Por eso, los científicos advirtieron que “la presencia del virus de la influenza aviar de alta patogenicidad en estas islas representa un riesgo significativo para las poblaciones de aves susceptibles“.
Las islas de Georgia del Sur, por ejemplo, son reconocidas como un “Área Importante para las Aves” por Birdlife International ya que albergan alrededor de 29 especies de aves diferentes. Ante las múltiples relaciones ecosistémicas, cualquier colonia o población que se vea amenazada por un brote de HPAIV en Georgia del Sur puede tener un impacto directo sobre una población más amplia de aves marinas.
(Podría interesarte: ¿Cuáles son las 144 aves consideradas “perdidas” tras una década sin rastro?)
Ante tantas muertes de animales, los científicos del estudio titulado “Detección y propagación del virus de influenza aviar de alta patogenicidad H5N1 en la región antártica” creen que es probable que el virus se propague más a otras especies.
A nivel humano, este hallazgo no significa un mayor riesgo para las poblaciones que viven en las islas. Sin embargo, la ciencia no deja de destacar que hay una “falta de datos disponibles públicamente” que impide una evaluación concluyente de las posibles rutas de incursión de la enfermedad.
Ante esta escasez de estudios, diversas disciplinas siguen vigilando la evolución de la gripe aviar en la Antártida, por el temor global de que ocurra un desastre ecológico en la región.