El agua forma parte de todos los procesos de la vida. El cuerpo humano está compuesto en un 60% de agua. Y la tecnología… también. ¿Acaso es gratuito tener miles de fotos en la “nube” (curiosamente, las nubes verdaderas están formadas vapor de agua), ver series ilimitadamente desde un celular o usar el ChatGPT hecho con inteligencia artificial? No. Y el costo no es solo energético, sino que también requiere de mucha, muchísima agua.
Hace un par de décadas atrás, sacar fotos era un tema cuidadoso: los rollos de fotos podían ser de, como mucho, 30 fotos y se estudiaba con atención cuándo y cómo se tomaría cada imagen porque se terminaba y listo. No era económico comprar más rollos. Además, luego había que revelarlas e imprimirlas. El avance tecnológico dio la posibilidad de “tener todo en un mismo lugar cuando uno quiera”, pero detrás de esa inteligencia artificial, hay lugares físicos, los centros de datos, donde hay un millón de kilómetros de cableados en el mundo, y filas y filas de computadoras trabajando a máxima potencia día y noche.
Para que no se recalienten, las máquinas deben ser refrigeradas con aire que, a su vez, está enfriado por agua. Una investigación de EL PAÍS de España recopiló los datos brindados por las grandes empresas:
- Google: aumentó un 20% en 2022 su consumo de agua.
- Microsoft: dueña de un 75% de OpenAI (creadores del ChatGPT), aumentó un 34% en 2022.
- Amazon: no dio datos, pero junto a las dos anteriores controla casi la mitad de los hipercentros de datos de todo el mundo.
- Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger): subió un 2,7% en 2022. Esta compañía planea abrir uno de estos hipercentros de datos en Talavera de la Reina, España, donde consumirá más de 600 millones de litros anuales de agua potable.
Los 15 000 vecinos de The Dalles, un pueblo de Oregón, son un ejemplo de lo que implica vivir cerca de uno de esos centros: aunque tienen un caudaloso río, tienen sequía extrema y están amenazados de restringirles el uso del agua potable. Más de un cuarto del consumo total de ese bien común se lo lleva un centro de datos de Google. Según el medio local Oregon Live, la instalación triplicó su gasto en los últimos cinco años, y la multinacional tecnológica planea abrir dos centros de datos más en la cuenca del Columbia. Los ecologistas advirtieron que eso podría afectar a la flora y fauna de la zona y provocar escasez para los campesinos.
Estados Unidos concentra alrededor del 30% de todos los centros de datos del mundo. Otro caso polémico fue en Países Bajos, donde descubrieron en 2022 que Microsoft consumía cuatro veces más de lo declarado en un contexto de sequía.
A medida que se complejiza la inteligencia artificial, demanda más y más datos: más infraestructura, más agua. El consumo energético de todos los centros ya representa, al menos, el 2% de la energía total mundial.
Inteligencia artificial: energía para quién y para qué
El consumo mundial del agua se disparó en 2022, según expertos, con el lanzamiento del ChatGPT. “No lo podemos decir con certeza si las empresas no nos aportan datos concretos, pero el aumento de 2022 fue muy abultado respecto a 2021 y sabemos que en esa época invirtieron muy fuertemente en IA generativa, así como en otros servicios relacionados con la IA. La IA se ha integrado en casi todos los productos de uso diario de Microsoft y Google, incluyendo sus buscadores”, dijo a EL PAÍS, el profesor asociado de ingeniería eléctrica y computacional de la Universidad de California, Riverside y especialista en sostenibilidad de la IA, Shaolei Ren.
El 4 de noviembre de 2022 se presentó el famoso ChatGPT, el bot conversacional hecho con inteligencia artificial (IA) generativa. Google ya tenía grandes modelos de lenguaje similares, pero no los había abierto a la gente. La carrera por desarrollar grandes modelos de IA puede haber disparado el consumo de agua en Google y Microsoft, los gigantes que más apostaron por esta tecnología. Sin embargo, las compañías no ofrecen datos sobre cuánta agua y energía de más cuesta “entrenar” modelos de IA (como el ChatGPT) respecto al consumo habitual de los centros de datos.
Tal vez te interese: “Transición energética: mucho más que descarbonizar”
El enfriamiento de las máquinas con agua es un método más eficiente energéticamente que los enfriadores eléctricos, pero implica que una gran cantidad de agua se evapore y que no vuelva al circuito. La que consume es alrededor de un 20% de la utilizada (es decir, se evapora) y la restante tiene que tratarse porque deja de ser potable.
Para Ren, es difícil saber con exactitud cuánta agua consume cada centro porque depende su ubicación; sin embargo, aseguró que Google en EE.UU. usó casi el 90% de fuentes potables.
Un estudio elaborado por investigadores de Virginia Tech señala que una quinta parte de los centros de datos de EE.UU. consumen agua de cuencas que tienen estrés hídrico moderado o alto, ya que están ubicados en zonas donde hay disponibilidad de energía solar o eólica. “Las empresas suelen ir a buscar para sus centros de datos zonas despobladas y con altas tasas de paro para que haya poca contestación social”, dijo Aurora Gómez, integrante del colectivo Tu Nube Seca Mi Río.
No hay un consenso global de cuál sea la solución definitiva, pero sí hay acuerdos: reducir el consumo, bajar la producción, cambiar estilos de vida con alta huella de carbono y apostar a la eficiencia en todas sus aristas. Un estudio de Javier Farfan y Alena Lohrmann, sostiene que Europa necesitará a partir de 2030 más de 820 millones de metros cúbicos de agua anuales solo para usar internet.
Frente a las críticas, desde Google comunicaron: “A medida que el cambio climático continúa exacerbando los desafíos del agua en todo el mundo, desde los mínimos históricos en el lago Powell hasta la sequía récord en Europa occidental, seguimos comprometidos a invertir en tecnologías que reduzcan tanto el consumo de energía como de agua. Por ejemplo, actualmente estamos desarrollando nuevas soluciones de refrigeración, incluida una nueva alternativa de aguas bajas que puede reducir el uso de agua de un centro de datos hasta en un 50 %, preservando al mismo tiempo nuestra eficiencia energética de clase mundial”.
Y concluyeron: “La innovación tecnológica, la transparencia y la administración serán esenciales a medida que trabajemos juntos para construir un futuro más sostenible. Esperamos compartir más detalles en el próximo año a medida que avanzamos en la refrigeración consciente del clima y continuamos cumpliendo con nuestros compromisos de administración del clima y el agua”.