Las selvas tropicales, con su aroma único y exuberante vegetación, esconden una realidad alarmante. La explotación desenfrenada de recursos y personas, la pérdida de biodiversidad y la desaparición de culturas ancestrales son solo algunas de las amenazas que enfrentan estos ecosistemas vitales.
La destrucción de las selvas tropicales no solo afecta a su entorno inmediato, sino que tiene consecuencias devastadoras a nivel global, intensificando la crisis climática y social.
En este contexto, en 2024 surge el Muyuna, un festival de cine flotante que busca exponer las complejidades y los desafíos que enfrentan quienes habitan en ellas, a través del lenguaje audiovisual. “Creemos que las selvas están muy alejadas y desconectadas unas de otras pero comparten una serie de amenazas como la extracción acuífera de oro o el cultivo intensivo de aceite de palma en países como el Congo, Guinea, Perú o Ecuador”, precisa Daniel Martínez-Quintanilla, creador audiovisual y co-director de la iniciativa.
El lugar elegido para la iniciativa fue la localidad de Iquitos, situada en la Amazonía peruana. Esta ciudad de medio millón de habitantes fue la sede de los talleres de formación y las exhibiciones del festival que se llevaron a cabo en distintos puntos del municipio desde el 15 al 26 de mayo. El escenario principal, una estructura flotante de madera, fue construido en el distrito de Belén, conocido como la Venecia Amazónica dadas las inundaciones que sufre cada 6 meses debido a las crecidas fluviales. Es por esta razón que, durante la temporada de lluvias, sus habitantes no caminan por sus calles, sino que las navegan.
El éxito fue tal que el equipo del festival recibió más de 1100 films de todo el globo, de las cuales seleccionó 30 para proyectar y para nominar de cara a la premiación. Además, se presentaron cuatro largometrajes y numerosos cortometrajes elaborados en el marco de actividades de instrucción y creación audiovisual como los talleres en Belén y en la comunidad indígena del pueblo Ikitu (el cual da nombre a la ciudad que hospedó el certamen) o el Laboratorio Flotante, en el que se rodaron diferentes historias durante la travesía de un barco carguero que partió de Pucallpa con dirección a Iquitos.
Más allá del toque exótico del proyecto, quienes lo conforman tuvieron que atravesar por diversas dificultades y desafíos que fueron surgiendo en todo el proceso. Livia Silvano, cineasta de 23 años, productora del festival, dijo: “Nos decían que estábamos locos, que no teníamos dinero, que no teníamos tiempo o gente suficiente, pero ahora todo está pasando y ya no parece una locura”.
En quechua, la Muyuna es el torbellino de agua que se forma en el punto de encuentro entre dos corrientes fluviales a distintas velocidades. En la cosmovisión amazónica, estos remolinos son fuente de vida y de peligros, así como un vórtice de acceso para los seres mágicos que viven en las profundidades de los ríos.
El festival aspira a ser un espacio de intercambio y colaboración para todas las personas que aman y defienden las selvas del mundo y a los pueblos originarios que las habitan. “La muyuna es el lugar donde bailan los peces pero también es esta mezcla de personas, ideas y emociones que se han encontrado y han ido dando vueltas desde que se empezó a pensar en el festival hasta el día de hoy”, describe Silvano.
El proyecto reúne todo tipo de producciones de diferentes maestros audiovisuales, con un mismo fin. Julio Trino, productor cinematográfico y co-director del certamen, sostiene: “es maravilloso comprobar cómo personas con diferentes competencias y procedencias se unen por una pasión y atacan con todo, cómo llegan por múltiples caminos a la conclusión de que el cine es una herramienta de lucha”. Y es que, las producciones abordan distintas temáticas tales como la resistencia cultural, la defensa de los derechos humanos y el ambiente.
En este sentido, cabe reparar en el concepto que, según los organizadores, funda este cruce de caminos que ha llevado a la realización de un festival flotante en el corazón de la selva: la soberanía audiovisual. Esta noción remite al derecho de todas las personas a intervenir en las representaciones audiovisuales de su propia realidad.
Los habitantes de Belén enfrentan muchas dificultades. Además de los desafíos ambientales tales como las inundaciones, sufren de discriminación, por ende niegan sus propios orígenes. Esta iniciativa surge para que abracen justamente sus raíces, y las documenten a través de la cámara.
Además, el retroceso o desaparición de las culturas nativas es un fenómeno que se extiende por toda la Amazonía y se ve favorecido por la urbanización y la presencia de actividades extractivas en el territorio. Como respuesta, surge la resistencia por parte de estas culturas, y es mediante el cine.
A partir de una exitosa primera edición, se abrió el camino hacia un objetivo más ambicioso bajo el siguiente lema: “En un mundo que se hunde, aprendemos a flotar”.
Muyuna plantea repetirse todos los años en Belén e ir ampliando la convocatoria a otros países bajo la consigna de construir propuestas en defensa de las selvas. Si bien aún no hay fechas precisas sobre su próxima edición en 2025, la organización ya se prepara de cara al evento e invita a todos los interesados en enviar sus proyectos audiovisuales.
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