Los bosques en Latinoamérica están desapareciendo. La deforestación, los incendios, la degradación pone en peligro el equilibrio y bienestar de estos ecosistemas. ¿Cómo trabajan los gobiernos y organismos de Latinoamérica para monitorear la situación y evitar el aumento de hectáreas perdidas?
Una investigación de Mongabay Latam y de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes exploró la pérdida de bosques primarios o intactos en 9 países de Latinoamérica. El objetivo del estudio fue registrar el avance de la deforestación a lo largo de los años y la responsabilidad política de los gobiernos y organismos estatales.
En los nueve países estudiados —Argentina, Ecuador, Guatemala, Colombia, Bolivia, Brasil, México, Perú y Chile— se han perdido más de 39 millones de hectáreas en 20 años. El monitoreo de los bosques es fundamental para prevenir la deforestación y planificar políticas para conservar y recuperar los ecosistemas.
Todos los reportes son valiosos para estudiar la problemática y afrontarla. “Cada país tiene su propia independencia en la forma de hacer sus mediciones, pero también deben ser transparentes sobre lo que hacen y lo que reportan”, comentó Sarah Carter investigadora del World Resource Institute y Global Forest Watch a Mongabay.
Para llevar adelante la investigación, los periodistas accedieron a información pública de cada país. Sin embargo, se encontraron con datos incompletos, vacíos en los documentos y falta de transparencia en muchos casos.
Los países miden la deforestación con distintas metodologías, muchos no identifican las causas de esto o las amenazas que enfrentan los bosques. Además, algunos incluyen o excluyen distintos ecosistemas al momento de la medición.
“Existe inacción o desidia para recolectar estos datos, pero también hay un componente de no querer entrar en conflicto con la industria para seguir atrayendo inversión, nacional o extranjera, hacia las regiones. Parece más fácil decir que son pequeños agricultores o gente pobre los que talan para abrir una chacra de subsistencia, y que por eso no se les puede impedir”, sostuvo Julia Urrunaga, directora de la Agencia de Investigación en Perú.
Si bien se intentó estudiar el período comprendido entre 2001 y 2021, los vacíos de información hicieron que solo se pueda reconstruir los datos del 2002 al 2016 de los países elegidos.
Al preguntar acerca de las causas que llevan a la pérdida de bosques, los países “señalan que el motivo común es el cambio de uso de suelo para la agricultura y ganadería, no profundizan en los actores que están detrás de estas actividades económicas ni en el rol de otros impulsores que conllevan a esta pérdida boscosa”, asegura el informe.
México y Colombia brindaron datos concretos sobre los impulsores de la deforestación. Perú, Chile y Guatemala identificaron las razones probables de desaparición de bosque, pero no indicaron la cantidad de hectáreas perdidas. Argentina, Bolivia y Ecuador mencionaron posibles causas de deforestación, pero solo de modo enunciativo, sin un análisis por detrás.
Este vacío de información muchas veces es repuesto por organizaciones civiles, investigadores y académicos que se abocan a la problemática. El Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), por ejemplo, se dedica a producir datos de la deforestación y mapas de la región con el análisis de imágenes satelitales.
Matt Finer, director de MAAP, comentó que con su tecnología pueden llevar adelante un monitoreo efectivo y a tiempo real. “La gran debilidad sigue siendo el uso efectivo de esta información por parte de los gobiernos y otros actores claves”, señaló a Mongabay.
Los datos sobre deforestación en Argentina son anuales y están actualizados desde 2014. Antes de ese año, se actualizaban cada 2 a 5 años. El país no reporta con profundidad las causas de la pérdida de bosques, sino que las menciona de manera enunciativa.
Los principales motivos de reemplazo de sus bosques nativos ocurrieron por el uso agropecuario (36%), incendios (33%) y posible uso silvopastoril (23%). El 8% restante es atribuido a la infraestructura o causas naturales (1%) y motivos sin definir (7%).
Perú cuenta con la Estrategia Nacional Multisectorial de Lucha Contra la Tala Ilegal desde 2021 cuyo objetivo es monitorear la deforestación de manera más detallada. El Ministro de Ambiente, Julio Cesar Guzmán, comentó a Mongabay que el monitoreo actual “no distingue las hectáreas de desbosque autorizado de aquella extensión que fue arrasada de manera ilegal. Tampoco se mide el impacto y localización de los programas de reforestación”.
“Perú ya cuenta con un modelo de medición que permitirá actualizar la data en tiempo real, lo que falta ahora es voluntad política y presupuesto para poner en marcha la nueva metodología”, dijo Guzmán.
Ecuador no cuenta con información oficial y actualizada sobre la deforestación desde el 2019. La información disponible se da por períodos, lo que dificulta el análisis para implementar políticas y estrategias. “Hemos intentado suplir este gran vacío de información nacional y con el mapeo de RAISG (Red Amazónica de Información Georreferenciada)”, comentó María Olga Borja de la Fundación Ecociencia.
Colombia empezó a monitorear sus bosques de forma anual en el 2013, antes lo hacía cada 5 años. Se estima que entre 2001 y 2021 el país perdió 4,8 millones de hectáreas de bosque —lo equivalente a perder 2288 km2 por año, 6 veces la ciudad de Medellín—.
Las causas de la deforestación en Colombia son: la expansión para la agroindustria y sistemas ganaderos extensivos; el incremento de áreas para la infraestructura; los cultivos, la minería y la tala ilegal.
“A la fecha no es posible realizar un cálculo sistemático y periódico de la deforestación atribuible a cada una de sus principales causas directas en Colombia”, comentó el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) a Mongabay. La razón es que necesitan cruzar sus datos con información cartográfica que producen otras entidades.
En Brasil, el Instituto Brasileño de Investigaciones Espaciales (INPE) es el encargado de cuantificar e informar sobre deforestación en forma sistemática. Sin embargo, en diálogo con Mongabay, manifestaron que no evalúan las causas y los efectos de la pérdida de bosques.
La institución cuenta con un portal en el que se puede acceder a la información, Terrabrasilis, en donde se encuentran las estadísticas de cambio de cobertura forestal, ya sea por pérdida de bosques, degradación, minería, incendio o tala.
Tanto Chile como Guatemala no realizan monitoreos anuales. En Chile, según los datos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), la cantidad de hectáreas de bosques perdidas entre 2001 y 2019 es de 235 000. El organismo incluye en el mismo número bosques y plantaciones con vegetación tanto nativa como exótica.
Guatemala, por su lado, cada 4 o 6 años identifica las hectáreas perdidas, según aseguró el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) y el Instituto Nacional de Bosques (INAB). La información disponible data de 2016, los años posteriores aún están en elaboración. “Las causas de la deforestación en estos periodos no son determinadas puntualmente ya que se hace utilizando sensores remotos [imágenes de satélite Landsat]”, señaló a Mongabay.
Guatemala sí reporta la situación de deforestación de las áreas protegidas. Entre 2007 y 2026 se reportaron 219 468 hectáreas perdidas. Las cifras evidencian un patrón: cuando se reduce la pérdida de hectáreas alrededor del área protegida, crece la deforestación en estas zonas con mayor valor ecosistémico.
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