La Unión Europea ha dado un paso crucial hacia un futuro más sostenible con la aprobación de la norma “Empoderamiento de los consumidores para la transición ecológica mediante una mejor protección contra las prácticas desleales y mediante una mejor información“. Esta nueva normativa tiene como objetivo proteger a los consumidores del “greenwashing” o lavado verde, una práctica engañosa que consiste en presentar productos o servicios como ecológicos o sostenibles cuando no lo son.
Es que a medida que se endurecen las políticas ambientales y los ciudadanos adquieren mayor consciencia ambiental, las empresas avanzan en la carrera de querer etiquetar sus productos bajo conceptos tales como ecológicos o sostenibles. Sin embargo, con esta legislación, el sector privado será responsable de proporcionar información clara y fiable sobre el impacto ambiental de sus productos y servicios.
La misma regirá en todos los estados miembros antes de marzo de 2026 y deberá ser implementada antes de septiembre de ese mismo año.
Las estadísticas mundiales sobre el greenwashing, o lavado verde, son un reflejo preocupante de la falta de transparencia y responsabilidad en el mercado actual. Un estudio de 2022 de la Comisión Europea encontró que el 42% de las afirmaciones ambientales de las empresas eran engañosas o infundadas.
En la misma línea de investigación, TerraChoice, una empresa de investigación de mercado, encontró que el 95% de los productos con etiquetas ambientales en América del Norte no cumplían con los criterios de sostenibilidad.
Finalmente, en 2021, la Universidad de Oxford encontró que el 60% de las empresas que se autodenominaban “líderes climáticos” no estaban tomando medidas suficientes para reducir sus emisiones de carbono.
Ante este panorama la Unión Europea tomó medidas severas que obligarán a las organizaciones a transparentar la información de sus productos y servicios de cara a combatir las malas prácticas ESG.
En concreto, la normativa aprobada, permitirá:
La regulación europea va en línea con la discusión que pretende dar la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) mediante la que afirma que “ningún producto es en sí bueno para el ambiente, todos provocan una huella ambiental, la cuestión es saber cómo de grande es esa huella”.
La razón por la que todos los productos y servicios tienen una huella es porque su producción, uso y eliminación implican un impacto en el medio ambiente. “Si una empresa de ropa dice que su ropa es amigable con el medioambiente estará prohibido de acuerdo a las nuevas normas, pero si dice que una prenda tiene un 50% de algodón certificado como ecológico estará permitido”, subraya la OCU.
Lo cierto es que la nueva legislación europea sobre el “empoderamiento de los consumidores” es un paso importante hacia una transición ecológica justa y transparente. Con el apoyo de los consumidores, las empresas y las autoridades, esta normativa puede contribuir a la construcción de un futuro más sostenible para todos.
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