En los últimos años, las siglas ESG se convirtieron en un mantra dentro del mundo financiero. Estas tres letras, que representan Environmental, Social and Governance (Ambiental, Social y Gobernanza), se transformaron en la brújula que guía a un número cada vez mayor de inversores que buscan no solo obtener beneficios económicos, sino también contribuir a un futuro más sostenible.
Sin embargo, este auge de las inversiones ESG despertó también la oposición de algunos sectores, que dieron lugar al movimiento anti ESG. Un movimiento que, bajo diferentes argumentos, cuestiona la validez de estos criterios y su impacto real en la sostenibilidad del planeta.
El movimiento anti ESG es un grupo heterogéneo que aglutina a diferentes actores con intereses y motivaciones diversas. Entre ellos podemos encontrar:
- Empresas de sectores contaminantes: como las compañías petroleras, gasísticas o mineras, que ven en los criterios ESG una amenaza a su negocio.
- Inversores tradicionales: que priorizan la rentabilidad financiera a corto plazo y consideran que los criterios ESG son un obstáculo para la maximización de beneficios.
- Gobiernos de corte conservador: que rechazan la idea de que las empresas tengan que asumir responsabilidades sociales o ambientales que van más allá de la generación de beneficios.
- Think tanks y determinadas organizaciones de la sociedad civil: que critican la falta de transparencia y rigor en la medición de los criterios ESG, así como el potencial de estas inversiones para ser utilizadas como herramienta de marketing verde (greenwashing).
Los argumentos del movimiento anti ESG son diversos, pero se pueden agrupar en torno a las siguientes ideas:
- Los criterios ESG son demasiado vagos y subjetivos: lo que dificulta su medición y comparación, y abre la puerta a la manipulación y el greenwashing.
- Las inversiones ESG no son realmente sostenibles: ya que muchas empresas que se consideran ESG siguen teniendo un impacto negativo en el medio ambiente o en la sociedad.
- Los criterios ESG son una forma de discriminación: que penaliza a las empresas de sectores tradicionales y beneficia a las grandes empresas tecnológicas o financieras.
- Los criterios ESG son una herramienta de control político: que busca imponer una agenda ideológica a las empresas y limitar su libertad de actuación.
¿Qué impacto está teniendo el movimiento anti ESG?
El movimiento anti ESG aún es relativamente pequeño, pero está creciendo en influencia. En Estados Unidos, algunos estados promulgaron leyes que restringen la capacidad de los gestores de fondos públicos para invertir en base a criterios ESG. Y en Europa, algunos grupos de presión están tratando de diluir la normativa sobre finanzas sostenibles.
Es difícil predecir el futuro del movimiento anti ESG, pero es probable que siga creciendo en los próximos años, a medida que se intensifique el debate sobre el papel de las empresas en la sociedad y el planeta.
Los consumidores tendrían que informarse sobre las inversiones ESG y elegir invertir en empresas que realmente se comprometan con la sostenibilidad. También, se puede apoyar a las organizaciones que están trabajando para promover la transparencia y el rigor en las inversiones ESG.
En definitiva, el movimiento anti ESG es un desafío para el futuro de las finanzas sostenibles. Un desafío que obliga a reflexionar sobre el significado de la sostenibilidad y el papel que la sociedad quiera que jueguen las empresas en el mundo.