En medio del calor amazónico, los barcos-hotel, los pasillos repletos de delegaciones y la sensación de que esta COP30 está ocurriendo en un territorio vivo y vulnerable, EcoNews estuvo presente en el encuentro “Jóvenes líderes para la transición justa: diplomacia y acción climática rumbo al 1.5°C”, organizado por CAF. Nuestra periodista, Paloma Posse, entrevistó a Gabriel Medeiros de Miranda, representante del Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ) en Brasil, una de las voces más claras y potentes sobre el rol de las juventudes en la acción climática.
Medeiros de Miranda arrancó la conversación con una frase que ordena todo el debate: los jóvenes no son responsables del mundo que heredaron. No fueron ellos quienes eligieron el modelo de desarrollo que llevó a la crisis climática, ni quienes tomaron las decisiones que empujaron al planeta a escenarios de sequías, inundaciones extremas y pérdida masiva de biodiversidad. Sin embargo, son ellos quienes ya están viviendo las consecuencias —y quienes más tiempo van a convivir con ellas.
La ansiedad climática y el reclamo por financiamiento
Para el representante de la OIJ, los jóvenes deben estar en el centro de cualquier discusión climática seria. No solo porque tienen una comprensión urgente del problema, sino porque traen una experiencia territorial que suele quedar fuera de las negociaciones diplomáticas. Y porque, en el Sur Global, esa experiencia está atravesada por desigualdades estructurales: “No fueron ellos quienes eligieron este modelo, pero sí son los que enfrentan las mayores consecuencias”, explicó.
Uno de los temas que destacó fue la ansiedad climática, un concepto que se volvió habitual entre las nuevas generaciones. Habla de una angustia profunda producida por la sensación de estar viviendo al borde de un colapso ambiental. Esa ansiedad, dice, afecta la salud mental, impulsa la acción y explica el nivel de organización juvenil que se ve hoy en todos los continentes.
Pero esa acción tiene un freno claro: la falta de financiamiento. Menos del 1% del dinero global destinado a acción climática llega a proyectos liderados por jóvenes o enfocados en juventudes. Apenas 0,76%. Para el especialista, si los jóvenes no son responsables de la crisis pero sí de las soluciones, excluirlos del financiamiento es una contradicción fatal. De ahí la campaña por el 5%, impulsada por colectivos juveniles en esta COP.
Hacer la COP30 en Belém fue, según Medeiros de Miranda, un acierto político y simbólico: por primera vez, una cumbre climática se desarrolla en un territorio que vive las consecuencias del cambio climático en tiempo real. El calor extremo, la precariedad en el transporte, la presencia activa de pueblos originarios y afroamazónicos y la vida amazónica latiendo en cada esquina hicieron evidente algo que las negociaciones suelen olvidar: que no se puede discutir el clima lejos de los territorios.
Sobre el foco de esta COP, Gabriel fue claro: pasar del discurso a la acción. El Acuerdo de París fue un hito, pero ahora lo urgente es implementarlo. Y el tema más crítico hoy es la transición energética justa: no solo reemplazar combustibles fósiles, sino garantizar empleos, inclusión y derechos para quienes migran hacia la nueva economía verde.
Antes de cerrar, EcoNews le preguntó si pese al contexto adverso tenía esperanza. Su respuesta fue inmediata: sí. “Somos jóvenes, tenemos que tener esperanza. Nuestro destino está en juego, y tenemos que usarla como propulsión”.
En una COP atravesada por tensiones, financiamiento, contradicciones y un Amazonas que exige urgencia, la voz de Gabriel resume algo que esta generación viene reclamando hace años: no hay transición justa sin jóvenes. Y el futuro —el de verdad— empieza escuchándolos ahora.













