Que los productos ultraprocesados no son alimento y tienen consecuencias negativas en la salud humana ya era sabido. Con la llegada del etiquetado frontal, presente en cada vez más países, las personas fueron tomando más conocimiento de lo que se llevaban a la boca. Sin embargo, los efectos de estos productos no se terminan ahí: además de dejar una enorme contaminación también pueden generar depresión y ansiedad.
Un nuevo estudio del British Medical Journal determinó que comer más del 30% de productos ultraprocesados en la dieta diaria aumenta un 22% el riesgo de contraer depresión.
Incluso, los investigadores encontraron “pruebas convincentes” que asocian la ingesta de ultraprocesados con un 50% más de probabilidades de de tener ansiedad y otros trastornos mentales.
Para los científicos de la Universidad Deakin, en Australia, los resultados son motivo suficiente para implementar políticas de salud pública que reduzcan notablemente el consumo de estos comestibles.
Los productos ultraprocesados son comidas modificadas industrialmente que contienen muchos ingredientes artificiales, como azúcares agregados, sal, grasas saturadas y conservantes.
Su fabricación implica un impacto negativo en el ambiente: requiere grandes cantidades de energía y bienes naturales. Además, puede contribuir a la deforestación y la degradación del suelo.
¿Alcanza con el etiquetado o hacen falta más medidas públicas para frenar el avance de los ultraprocesados?
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