En el imaginario de las empresas de logística lo primero que aparece son camiones, combustible y cajas que van y vienen. Es difícil asociarlas inicialmente con acciones de sustentabilidad, inclusión o energía solar para barrios vulnerables. Sin embargo, eso es exactamente lo que decidimos impulsar en Urbano Express: tomar una actividad intensiva en huella de carbono y transformarla en un laboratorio vivo de triple impacto.
Esto no sucedió de un día para el otro, sino a lo largo de un camino que llevó años, muchas resistencias internas, algunos comentarios del tipo “estás loco” y una convicción personal que fue creciendo hasta convertirse en una de las políticas más fuertes de la empresa. Hoy, Urbano Express es la primera compañía de logística de última milla certificada como Empresa B en la Argentina. Esto incluyó más de 3.000 colaboradores, 55 sucursales, tres plantas operativas y 81 puntos en la evaluación de Sistema B.
Permítanme compartirles una vivencia familiar. Esta historia no empieza en una auditoría, sino en algo mucho más cotidiano: un tacho verde en mi casa.
El origen del proceso no estuvo en una consultora, sino en mis hijos. “Papá, tenemos que separar la basura”, me dijeron un día. Esa interpelación coincidió con una charla sobre Empresas B a la que asistí en 2018. Ahí apareció el cruce que ordenó todo: lo que empezábamos a practicar en casa, lo que Urbano ya tenía en impacto social y lo que todavía faltaba en lo ambiental.
La pandemia aceleró esa conversación interna. En diciembre de 2020 completamos por primera vez el cuestionario “Mide lo que importa” de Sistema B, una herramienta reconocida internacionalmente. El resultado inicial, 24 puntos, fue más un diagnóstico que un logro, pero nos sirvió para armar un equipo interdisciplinario de triple impacto que desde entonces guía nuestra agenda.
La certificación llegó en 2024 con 81 puntos auditados, pero mucho antes de eso la empresa ya tenía prácticas sociales sólidas, aunque dispersas. Había historias reales de movilidad interna, con personas que ingresaron como carteros y hoy son jefes o coordinadores. También casos como el de Claudia, que empezó como telefonista y hoy es gerente de Legales después de estudiar, impulsada por la empresa.
A su vez, se sumaba la incorporación de personas del programa Espartanos, una iniciativa que acompaña a quienes estuvieron privados de su libertad y buscan una segunda oportunidad a través del deporte y la reinserción laboral. Ese tipo de inclusión ya formaba parte de la cultura de Urbano mucho antes del sello de Empresa B.
En cuanto al impacto ambiental, la pregunta siempre fue cómo reducir la huella en una industria donde el 97% de las emisiones proviene de los camiones. La respuesta fue combinar eficiencia con creatividad. Concretamente, en la planta de Barracas instalamos una granja solar que abastece la operación diurna. Nuestro próximo objetivo es poder donar el excedente de energía a barrios vulnerables en articulación con la Ciudad de Buenos Aires.
Por otra parte, implementamos el sistema Pallet Collar, que reemplaza el film plástico por collares de madera reutilizables y, además de reducir residuos, permite optimizar el espacio en los camiones, lo que reduce la cantidad de viajes. También avanzamos en reemplazar el film por materiales compostables. Además, compensamos parte de la huella de carbono con plantaciones de especies nativas en Lago Puelo y en la Reserva Ecológica de la Ciudad. En un contexto donde la electrificación de los vehículos total todavía es inviable, estas iniciativas nos permiten reducir y compensar mientras trabajamos en soluciones de largo plazo.
El programa “Impulso Urbano” es, quizá, la expresión más clara de cómo entendemos el triple impacto. Cada año, ONGs de todo el país se postulan para recibir un año completo de logística gratuita. Son nuestros 3.000 colaboradores quienes votan las iniciativas y la empresa se encarga de darles la logística sin costo. Para nosotros, esto implica generar valor donde más se necesita.
En un ecosistema donde muchas veces se separa el negocio del impacto, la experiencia de Urbano Express propone otra lógica: hacer lo que creemos que tenemos que hacer. Como en la fábula del colibrí, que llevo conmigo desde hace años (esa que lleva gotas al incendio de la jungla mientras todos huyen), elegimos hacer nuestra parte.
Y la pregunta inevitable deja de ser qué hizo una empresa de logística para transformarse, para pasar a algo más grande: ¿qué parte nos toca hacer a cada uno (personas, empresas y Estados) para construir un mundo mejor?
* Marcelo Gustavo Mattio es Vicepresidente Ejecutivo de Urbano. Impulsor del Triple Impacto. Promueve la articulación entre logística, educación y ambiente para crear mejores empresas para el mundo.
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