Argentina en la carrera global del litio: crecimiento del 75% gracias a proyectos en el norte

Argentina es el quinto productor de litio del mundo y proyecta un gran crecimiento en 2025. (Foto: Danielle Barnes/Unsplush)

Argentina se prepara para dar un salto histórico en la producción de litio, un mineral clave para la transición energética global. Según proyecciones de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), en 2025 el país aumentará su producción en un 75%, consolidándose entre los primeros 5 países productores del mundo. Sin embargo, este crecimiento no está exento de controversias: la extracción del “oro blanco” consume enormes cantidades de agua en regiones áridas, afectando a comunidades indígenas y ecosistemas frágiles.

El boom del litio: cifras y proyecciones

Argentina ya es el quinto productor global de litio, detrás de Australia, Chile, China y Zimbabue. En 2024, el país produjo 74.600 toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE), un 62% más que el año anterior. Para 2025, la CAEM estima una producción récord de 130.800 toneladas, impulsada por nuevos proyectos y ampliaciones en Salta, Jujuy y Catamarca. No obstante, Sin embargo, y pese al boom de este codiciado mineral, las exportaciones argentinas de litio cayeron un 24% interanual debido a la baja en los precios internacionales.

La demanda mundial de litio se proyecta que crecerá a una tasa anual compuesta (CAGR) del 9,7% entre 2025 y 2035. Para 2050, la demanda podría multiplicarse por diez, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Este aumento responde al auge de los vehículos eléctricos y las baterías de almacenamiento.

El costo ambiental y social

Mientras el gobierno y las empresas celebran el crecimiento, organizaciones ambientales y comunidades originarias denuncian graves impactos:

Frente a la brecha entre estos puntos (desarrollo económico vs costo ambiental) que parecen no poder sintetizarse, Argentina está en una encrucijada: puede convertirse en un actor clave del mercado global del litio, pero debe resolver los conflictos socioambientales que genera su explotación. El desafío será encontrar un equilibrio entre crecimiento económico, derechos indígenas y protección ambiental.

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