En los últimos años, el mundo ha observado con atención el papel de China en la lucha contra el cambio climático. Como el mayor emisor de CO₂ del planeta, cualquier variación en sus niveles de contaminación tiene repercusiones globales. Un nuevo análisis de Carbon Brief revela que, por primera vez en más de una década, las emisiones de China no solo se han estabilizado, sino que han comenzado a disminuir: un 1,6% interanual en el primer trimestre de 2025 y un 1% en los últimos doce meses. Este descenso, aunque modesto, podría marcar un punto de inflexión en la trayectoria climática del gigante asiático.
Energías limpias: el motor del cambio
La clave de esta reducción radica en el auge de las energías renovables. Según el informe, la generación eólica, solar y nuclear ha crecido lo suficiente como para compensar el aumento en la demanda eléctrica, permitiendo incluso una disminución en la producción de carbón. A diferencia de caídas anteriores, vinculadas a ralentizaciones económicas —como la de 2015-2016 tras medidas de estímulo o el desplome de 2022 por las restricciones del Covid—, esta vez la tendencia responde a un cambio estructural en la matriz energética.
El sector eléctrico, responsable de una gran parte de las emisiones chinas, registró una caída del 2% interanual en el último año. Si esta dinámica se mantiene, podría anunciar algo que muchos analistas llevan tiempo esperando: el pico y posterior declive sostenido de las emisiones del país. Sin embargo, el margen es estrecho. Las emisiones actuales apenas están un 1% por debajo de su último máximo, lo que significa que cualquier repunte económico o político energético menos ambicioso podría revertir el progreso.
Factores políticos y económicos
El contexto internacional también influye. La guerra comercial iniciada por la administración Trump obligó a China a reorientar su economía hacia el consumo interno, reduciendo su dependencia de las exportaciones. Paralelamente, una nueva política de precios para las energías renovables ha acelerado su instalación masiva antes de que entren en vigor regulaciones más estrictas.
No obstante, persisten desafíos. A pesar de los avances, China aún está lejos de cumplir con los objetivos del Acuerdo de París para 2030. La brecha entre los compromisos climáticos y la realidad exige medidas más audaces, especialmente en la próxima hoja de ruta del país: el plan quinquenal que se publicará en 2026. Este documento definirá si la actual tendencia a la baja es el inicio de una transición definitiva o solo un espejismo en medio de un sistema aún dominado por los combustibles fósiles.
El informe de Carbon Brief sugiere que, si se consolida este patrón, China podría estar cerca de alcanzar el “pico de emisiones” prometido para 2030, e incluso superarlo antes de lo previsto. Sin embargo, el riesgo de un rebrote sigue latente. La historia reciente demuestra que, en momentos de crisis, el carbón resurge como un recurso rápido y barato.