Tras las intensas lluvias, el Parque Nacional argentino Cataratas del Iguazú reabrió cinco días atrás. Sin embargo, lejos de haber sido un fenómeno natural, un capricho de la naturaleza, las inundaciones en Misiones tienen una causa y el ser humano no es ajeno a ella. Al combo de cambio climático y el (sí) fenómeno natural El Niño, se le suma una tercera y, tal vez, una cuarta: la deforestación indiscriminada y las represas hidroeléctricas.
Misiones tuvo el octubre más lluvioso de toda su historia, con 530 milímetros de agua. Las causas son, más bien, las consecuencias del modelo productivo imperante: el cambio de uso del suelo para el agronegocio (soja y ganado), principalmente. No se trató solo del cierre temporal de una de las “maravillas del mundo”, sino también de la evacuación de cientos de familias, puentes destruidos, lugares aislados y pérdidas millonarias en cosechas.
Los desbordes afectaron a la totalidad de los cauces hídricos de la provincia argentina. Tanto el río Uruguay como el Paraná tuvieron crecidas extraordinarias, que igualaron a las históricas de 1983 o la de 2014. En contacto con Agencia Tierra Viva, la médica Mariana Mampay que vive en el ámbito rural, dijo: “La causa de estas inundaciones es la deforestación que viene avanzando, la pérdida de la capa fértil de la tierra, que es como una piel que tiene la provincia de Misiones, y que quedó dañada. Entonces no puede absorber las lluvias, estas corren directamente a los cauces de agua y se pasa directamente a los arroyos y ríos”.
“Si tuviésemos más áreas protegidas con árboles, bien diseñadas, de tal modo que en las pendientes no haya agricultura, sino árboles, que se ataje ese fluir del agua cuando llueve fuerte, yo creo que se podría cambiar mucho”, sumó y dijo que así se “demuestra que el modelo productivo es el que está fallando, y a lo que nos está llevando el hecho de usar los suelos como un bien capital”.
Por su parte, el médico y fundador de la Mesa Provincial No a las Represas, Juan Yadhjian, dijo al citado medio que “el piso esponjoso del monte retiene agua de lluvia, pero además funciona como vía de recarga de napas subterráneas. O sea que gran parte del agua que inunda debería quedar en nuestro subsuelo y por lo mismo tenemos parte de responsabilidad de inundaciones más abajo. Las plantaciones de soja en el sur de Brasil, Paraguay, compactan la tierra, por el desmonte previo, impide la entrada de agua al subsuelo, como sí lo hacen las raíces de los árboles del monte. Es bueno resaltar que, en condiciones normales y con la presencia del monte, el 70% del agua dulce circula bajo tierra, pero con la desaparición de las vías de recarga, gran parte sigue circulando en superficie, inundando las costas”.
En Misiones, los ríos colectores Paraná, Iguazú y Uruguay desembocan alrededor de 800 arroyos, de los cuales unos 270 desaguan en el Paraná, 400 en el Uruguay, y 120 entre el Iguazú y el río San Antonio. Esto es importante porque, tras las lluvias, tres represas hidroeléctricas se vieron presionadas para abrir sus compuertas, lo que provocó inundaciones y evacuaciones en distintas zonas costeras.
Las tres represas fueron Yacyretá (Argentina-Paraguay), Itaipú (ubicada entre las ciudades de Hernandarias de Paraguay y Foz do Iguaçu de Brasil) y Foz do Chapecó (Brasil). “La presencia de represas agrava la situación, porque el agua acumulada puede destruirla, entonces hay que abrir las compuertas y largar agua de golpe. Los gobiernos locales responden al central, que insiste en este modelo productivo que necesita hidrovías para abaratar los costos del saqueo. De lo que no se habla es del desastre ecológico que representa la deforestación casi completa de la cuenca y de las mega represas. La cuenca no puede retener el agua, tal como lo hacía naturalmente cuando existía la selva, y por eso baja rauda, siendo imposible que las represas la puedan retener“, dijo al mencionado medio, Federico Soria, técnico en Conservación de la Naturaleza e integrante de la Unión de Asambleas de Comunidades (UAC).