Esta mañana, el mundo no despertó con el anuncio que esperaba: un tratado que marcaría un punto de inflexión en la lucha global contra la contaminación por plástico. En cambio, el presidente del INC hizo un mazo hecho con tapones de botellas de plástico reciclado y levantó la sesión, que se reanudará más adelante. No se logró ningún avance significativo.
Aunque las negociaciones debían concluir el jueves, las conversaciones se prolongaron durante toda la noche en un último intento por romper el estancamiento. Fueron 24 horas maratónicas en Ginebra, donde los países negociaron a puerta cerrada y los observadores esperaron, se apoyaron mutuamente y se solidarizaron mientras años de trabajo se reducían a unos pocos momentos decisivos.
“Hemos perdido una oportunidad histórica, pero debemos seguir adelante y actuar con urgencia”, declaró Cuba. Colombia añadió: “Las negociaciones fueron bloqueadas constantemente por un pequeño número de Estados que simplemente no quieren un acuerdo”.
Es difícil no ver la ironía y reflexionar sobre el simbolismo: un mazo hecho de plástico reciclado no logró entregar un tratado para poner fin a la contaminación plástica.
Lo que viene después puede ser incierto, pero este colapso no marca el final. Es un llamado urgente a la mayoría progresista de los países que se han movilizado en los últimos tres años para demostrar liderazgo y valentía y comprometerse a acabar con la contaminación por plásticos. Ya no se trata de desechos marinos, se trata de nuestro futuro.
*Rebecca Prince-Ruiz es la fundadora de Plastic Free July, un movimiento global que ayuda a millones de personas a ser parte de la solución a la contaminación plástica.
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