WASHINGTON, DC/NUEVA DELHI/BERLÍN – De todos los cambios geopolíticos radicales de los últimos años, quizás el más impactante sea el rápido declive de Occidente como fuerza en la gobernanza climática global. Bajo la segunda administración del presidente Donald Trump, Estados Unidos se ha vuelto más agresivo y aislacionista. Mientras tanto, la Unión Europea se ha vuelto tímida, fragmentada y cerrada. ¿Acaso el Sur Global —en especial Brasil, Sudáfrica, India y China— dará un paso al frente para llenar el vacío de liderazgo climático?
En 1972, en la primera gran conferencia ambiental de las Naciones Unidas celebrada en Estocolmo, la entonces primera ministra india, Indira Gandhi, declaró célebremente: “La pobreza es la peor forma de contaminación“. Hasta el día de hoy, el Sur Global se enfrenta al reto de perseguir el desarrollo sostenible y, al mismo tiempo, promover la responsabilidad ambiental. Muchos países en desarrollo han temido durante mucho tiempo que las políticas climáticas pudieran agravar las desigualdades históricas o limitar su crecimiento. Pero ahora, el Sur Global tiene la oportunidad de garantizar que la agenda internacional refleje sus prioridades.
Muchos responsables políticos reconocen la necesidad de un cambio. Si bien la cooperación global ha dado lugar a numerosos compromisos climáticos importantes, como los asumidos en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992 y los incluidos en el acuerdo climático de París de 2015, estos siguen en gran medida incumplidos. Además, el apoyo financiero de los países ricos ha sido muy inferior al necesario, lo que ha obstaculizado la acción climática en los países en desarrollo, erosionado la confianza en los líderes occidentales y reducido las ambiciones globales.
En el Sur Global abundan los visionarios del clima, desde Wangari Maathai hasta Vandana Shiva y Chico Mendes, que han conectado la protección ambiental con el empoderamiento comunitario. Sin embargo, Occidente ha controlado la narrativa climática durante décadas, ya que domina la ciencia que informa al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, los bancos multilaterales de desarrollo que proporcionan financiación climática y los medios de comunicación globales que moldean la opinión pública.
Esto es particularmente cierto en el caso de Estados Unidos. A pesar de sus tropiezos, como cuando el presidente George W. Bush se retiró del Protocolo de Kioto en 2001, la ambición retórica de otros presidentes estadounidenses, entre ellos Bill Clinton, Barack Obama y Joe Biden, garantizó que Occidente siguiera siendo una voz líder en la configuración de la agenda climática, incluso cuando no se tradujo en acciones.
El resurgimiento de Trump ha puesto fin a esa era. Su administración se ha burlado de la ciencia climática, ha apoyado la industria de los combustibles fósiles y ha denunciado la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU (por no hablar de su desestabilizadora guerra comercial). La UE, debilitada por el auge de la extrema derecha y preocupada por reforzar sus defensas, carece de voluntad política y no ha proporcionado los medios económicos necesarios para liderar la cooperación y la financiación climáticas internacionales.
Este colapso ha destrozado la idea de un “Occidente” coherente, si es que alguna vez existió. Pero podría empoderar al Sur Global, que soporta el peso de las crisis climáticas, para liderar una transición hacia energías limpias más equitativa e inclusiva. A pesar de los obstáculos a corto plazo, a largo plazo, reducir la dependencia de los combustibles fósiles —que se está volviendo más factible ahora que las energías renovables son más escalables y fiables— puede ayudar a estabilizar las economías y mejorar la salud pública.
Muchos gobiernos del Sur Global ya han desempeñado papeles clave en la configuración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el acuerdo climático de París. China también se ha convertido en el líder mundial indiscutible en tecnología verde, superando a Occidente en la transición hacia las energías renovables. Ante las barreras comerciales de Estados Unidos, el excedente chino de paneles solares, baterías y turbinas eólicas podría redirigirse a los países en desarrollo, fortaleciendo así su soberanía energética.
Hay indicios de que Brasil, India, Sudáfrica y China están construyendo sobre esta base para forjar una agenda climática cohesionada antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) en Belém, Brasil, centrada en la acción colectiva o mutirão . En abril, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el secretario general de la ONU, António Guterres, reunieron a 17 jefes de estado del Sur Global y de la UE en una cumbre destinada a elevar las ambiciones climáticas de los países en el período previo a la COP30.
Brasil también ha aprovechado su presidencia del BRICS+ para impulsar la COP30, creando una hoja de ruta para ampliar la cooperación en seguridad energética y estableciendo el Laboratorio BRICS para Comercio, Cambio Climático y Desarrollo Sostenible. A principios de julio, la Cumbre BRICS+ de presidentes y jefes de estado aprobó una Declaración Marco de Líderes sobre Financiamiento Climático. Aún es incierto si estas iniciativas producirán resultados tangibles, dados los intereses divergentes de los países BRICS+. Por ejemplo, varios miembros, como Rusia y los Emiratos Árabes Unidos, dependen económicamente de los combustibles fósiles.
Mientras tanto, Sudáfrica aprovecha su presidencia del G20 para amplificar las voces africanas e impulsar el alivio de la deuda, la industrialización verde y la financiación de bajo costo; en otras palabras, intenta abordar las barreras estructurales que impiden a los países vulnerables invertir en la mitigación y adaptación climática. Con el apoyo financiero y tecnológico adecuado, la transición verde puede impulsar una prosperidad generalizada en el mundo en desarrollo.
Los costos de las tecnologías limpias se han desplomado, en gran medida debido a la capacidad industrial de China, lo que ha hecho más favorables algunas de las condiciones materiales para el liderazgo climático en el Sur Global. Además, China podría financiar proyectos de descarbonización en otros países mediante préstamos en renminbi, créditos a la exportación y canjes de deuda por energía limpia. De tener éxito, los esfuerzos de desdolarización de los miembros del BRICS+ podrían superar los cuellos de botella financieros y reducir la dependencia de los bancos occidentales.
En el mundo fragmentado actual, el multilateralismo sigue siendo esencial, y la cooperación Sur-Sur en torno a los objetivos climáticos acordados ofrece una plataforma poderosa para revitalizarlo. El Sur Global también está bien posicionado para liderar iniciativas plurilaterales que impulsen soluciones climáticas. Estas coaliciones de voluntades son cruciales para contrarrestar las tácticas intimidatorias de la administración Trump, en concreto, el uso de las negociaciones comerciales para modificar las prioridades de inversión de otros gobiernos y debilitar sus políticas verdes.
Por supuesto, los países occidentales deben rendir cuentas en la COP30 por sus emisiones históricas y sus promesas incumplidas de financiación climática. Pero la cumbre representa una oportunidad vital para que el Sur Global demuestre que los objetivos climáticos y de desarrollo no son mutuamente excluyentes. Para aprovecharla, los líderes de estos países deben subordinar sus diferencias a su interés primordial en presentar una visión clara de una transición energética que beneficie a sus pueblos y proteja el planeta.
*Este artículo es de la autoría de Maiara Folly, Jayati Ghosh y Jörg Haas. Folly es cofundadora y directora ejecutiva de la Plataforma CIPÓ, un centro de estudios con sede en Brasil. Jayati Ghosh, profesora de Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst, es miembro de la Comisión de Economía Transformacional del Club de Roma y copresidenta de la Comisión Independiente para la Reforma de la Tributación Corporativa Internacional. Jörg Haas es director de la División de Globalización y Transformación de la Fundación Heinrich Böll. Derechos de autor: Project Syndicate, 2025.