El estado de Amapá, en la Amazonia de Brasil, planea la construcción de un complejo de hidrógeno verde, pero exportará casi toda su producción, principalmente, al mercado europeo. Mientras, los habitantes del estado no cuentan con un acceso continuo a la energía eléctrica.
En pleno auge de la pandemia de Covid-19, los vecinos de Amapá sufrieron reiterados cortes de energía. Solo en Amapá, en noviembre de 2020, un apagón que, según el Sistema Interconectado Nacional (SIN) fue debido a una explosión, afectó a cerca de 765 000 personas. Los daños a la población fueron numerosos: golpeó hospitales que atendían a pacientes con Covid-19, retrasó las elecciones tres semanas (después del resto del país) y fue el más dramático de una serie de apagones puntuales, que sucedieron en los años siguientes.
Este caso representa una paradoja: los estados brasileños en la Amazonia Legal son responsables del 27% de la generación de energía eléctrica nacional, a causa de cuatro de las principales centrales hidroeléctricas del país, pero en estos lugares viven un millón de personas sin acceso continuo a la energía eléctrica.
Ahora, una vez más, los recursos naturales de la Amazonia son requeridos para un nuevo proyecto de energía, de hidrógeno verde, pero sin garantías de que eso signifique una mejora en el suministro para las poblaciones locales.
Hidrógeno verde en la Amazonia
El hidrógeno verde es un vector energético producido por la electrólisis del agua, que se obtiene gracias a la electricidad proveniente de fuentes renovables. Este proceso no emite gases de efecto invernadero: por eso juega un rol importante para la transición energética.
En la Amazonia brasileña ya anunciaron varios proyectos de hidrógeno verde, pero el más grande sería el de Amapá. El estado anunció en marzo de este año que está articulando con la empresa británica Nextgen Hydrogen la creación de un complejo productivo de hidrógeno verde y amoniaco verde. El gobernador del estado, Clécio Luís, dijo que la idea es que, para el primer trimestre de 2024, esté lista la primera fase que sería la construcción e inicio de operación de una unidad de producción de 5GW.
Para tener más información al respecto, Climate Tracker, vía Ley de Acceso a la Información (LAI), le envío una solicitud al gobierno de Amapá. En respuesta, la gerente de proyectos especiales de la Secretaría de Estado de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior, Renata Abdon, informó que se firmó un Protocolo de Intenciones y resaltó que “siendo este de carácter (…) no vinculante, (…) no comprende obligaciones inmediatas”.
El proyecto tiene una validez de hasta cinco años y prevé que el gobierno debe apoyar a la empresa en la implementación del negocio, incluyendo beneficios fiscales y licencias ambientales. En una entrevista con Climate Tracker, el cofundador de Nextgen Hydrogen, Wesley Paul, explica que la articulación con el estado comenzó hace dos años, cuando fue solicitado por el entonces gobernador, el senador Randolfe Rodrigues y el secretario de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de Amapá, Lucas Abrahao.
“Después de estudiar mejor el escenario del estado, decidimos comenzar con un proyecto piloto de 1 GW”, reveló. El objetivo es producir hidrógeno verde para transformarlo en amoniaco, lo que hace viable el almacenamiento y la posterior exportación a otros países, en especial, al continente europeo. “Con una fábrica de hidrógeno verde, Brasil podría hacer su propio fertilizante”, dijo Paul. No está definido cuánto de la producción irá al exterior y cuánto permanecerá en Brasil, pero el foco es la exportación. Los ingresos esperados, según el empresario, es de 20 a 30 mil millones de dólares anuales.
Según Paul, uno de los obstáculos es la disposición de tierras para construir la planta de hidrógeno verde. Amapá es el estado de menor tamaño en la Amazonia (alrededor de 142 millones de km²) y tiene el mayor porcentaje de áreas protegidas del país (73% del estado). “Tenemos que averiguar dónde instalar la planta dentro de ese 30% de tierra que no está protegida. Pero es un desafío que nos gusta, porque servirá de ejemplo para mostrar que es posible hacer hidrógeno verde y desarrollarse sustentablemente al mismo tiempo que se mantienen áreas conservadas”, aseguró.
El valor total de la financiación se estima entre 1 y 2 mil millones de dólares. El gobierno estatal dijo que hará el trabajo de “realizar todos los esfuerzos para el desarrollo de infraestructura crítica” (como carreteras, ferrocarriles e instalaciones portuarias, entre otras).
Quien asumiría la obra del complejo, comandados por Nextgen, sería el Grupo Odebrech brasileño, ahora bajo los nombres de Novonor y Tenenge. “Nos unimos con empresas brasileñas con amplia experiencia para construir este proyecto y traeremos tecnología china, creando una estrategia para ser la unidad de menor costo en el mercado, para producir y vender más barato que los europeos, por ejemplo”, explicó Paul.
Nextgen Hydrogen es una empresa con dos años de creación que actúa en consorcio con otras compañías del ramo para crear proyectos a nivel mundial. En la actualidad, está con proyectos de hidrógeno verde en negociación en Asia y también en los estados brasileños de Maranhão y Bahía.
Aún no hay información sobre dónde se instalará el complejo. También hay incertidumbre sobre la concesión de licencias. En Brasil, aún no existe una regulación específica para el hidrógeno verde. La expectativa de Paul es finalizar la planta dentro de dos años aproximadamente .
Energías renovables para el hidrógeno verde y, ¿para Amapá?
Por su parte, director del Centro de Desarrollo Energético Amazónico (CDEAM) y presidente de la Sociedad Brasileña de Planificación Energética (SBPE), Rubem Souza, dijo que es necesario analizar el proyecto con más profundidad: “En la mayoría de los casos vemos proyectos ‘de momento’. Si la moda es hablar de hidrógeno verde, todos quieren seguir ese camino. Pero, antes, hay que pensar: ¿Qué queremos de hecho desarrollar? ¿Cuál es la transformación que queremos producir?”.
“Estamos hablando de proyectos con grandes impactos. Las políticas públicas son las que deben dar el tono al sector privado. En el caso de la Amazonia, ¿no tenemos otras opciones? No solo podemos exportar soluciones al mundo, sino importar también modelos de soluciones aquí”, opinó.
La región noreste brasileña es la que está más avanzada en los proyectos de hidrógeno verde. La directora de Medio Ambiente del Sindicato de las Industrias de Energía y de Servicios del Sector Eléctrico del Estado de Ceará (Sindienergia-CE), Laiz Hérida, trabaja en el lugar. Hérida cree que es fundamental que se tenga al menos una regulación a nivel estatal antes de que se inicien los proyectos de hidrógeno verde: “En Ceará, tenemos una resolución específica. Me parece importante que cada estado tenga una legislación o un decreto que trate el hidrógeno verde de acuerdo con las necesidades y potenciales locales”.
Por el momento, no hay un plan para construir parques de energía solar y eólica en Amapá para abastecer el complejo de hidrógeno. Paul dijo que está confiado de que la energía solar disponible en el estado es suficiente para el proyecto piloto, aunque solo representa el 0,41% de la matriz energética de Amapá, según datos de ANEEL. “Estamos aún decidiendo de dónde vendrá esa energía solar. Tenemos tres o cuatro lugares mapeados, algunos privados y otros públicos”, informó. En una segunda etapa, de expansión de la producción, la empresa considera usar energía proveniente de las hidroeléctricas.
Como no hay ninguna previsión de que ese proyecto genere electricidad para el propio Amapá, ¿qué energía limpia, entonces, queda para el estado? Para hablar sobre este tema, se solicitó una entrevista a la Agencia de Desarrollo Económico de Amapá, que es responsable de proyectos de desarrollo sostenible, al igual que al gobierno del estado, pero no se obtuvo respuesta al cierre de esta edición.
La memoria del apagón aún resuena entre la población de Amapá. Hannah Balieiro, bióloga y directora ejecutiva del Instituto Mapinguari, y residente de Macapá, fue una de las afectadas. Se pregunta por qué apostar en un proyecto de hidrógeno verde orientado a la exportación: “Me pregunto por qué el estado de Amapá tiene esa mirada volcada hacia la producción de energía para el exterior sin conseguir hacer lo mínimo para su propia población”.
“Mi madre tenía Covid-19 en el momento del apagón. Nos preocupamos porque no teníamos noticias. No tenía telediario, ni redes sociales para saber algo. La gente tenía que ir a la casa de otras personas, romper la cuarentena para tener alguna noticia”, recordó Balieiro. Además, dijo que fueron cinco días “en la completa oscuridad”, y que después comenzó un abastecimiento “irregular, con la energía yendo y volviendo”. “Todo era muy precario. En el apagón completo, faltó agua y comida, todo se estropeó, los comerciantes sufrieron pérdidas y la población se quedó sin víveres. Con la rotación, comenzamos a turnarnos para pasar la noche en la casa de los demás, entre otras cosas porque dormir sin energía en Macapá es muy malo, es caliente y, si se abren las ventanas, entran mosquitos”, describió.
De acuerdo con la bióloga, la situación de inestabilidad energética está presente en el cotidiano amapaense. “En el interior del estado es aún más grave que para la región metropolitana de Macapá. Muchas personas necesitan usar generador de energía manual, diésel, que es caro y contaminante, solo para tener acceso a la energía en pocas horas del día. En otros municipios, aunque tengan energía eléctrica, cuando ocurre algún problema técnico, hay que esperar días o incluso meses para corregir el error”, señaló.
Amapá está ubicado en el extremo norte del país y está ubicado al final de la línea de distribución de la energía eléctrica de Brasil. Para que la energía llegue hasta el estado, existe solo una vía de transmisión, la subestación de Laranjal del Jari, que cuenta con tres transformadores. Lo que sucedió en la época del apagón fue que uno de los transformadores ya estaba en mantenimiento hacía meses, otro se incendió y el tercero no pudo cubrir la demanda. “Nos quedamos prácticamente aislados, porque el punto de conexión con el resto de Brasil estaba dañado. Fue muy caótico”, recordó Alaan Ubaiara, profesor de Ingeniería Eléctrica de la UNIFAP.
“Es decir, existía un único punto que llevaba la energía del SIN para abastecer el estado, no existía un punto de backup, una segunda opción. Y esto permanece de la misma manera, persistiendo una vulnerabilidad. Lo más seguro sería tener otra línea de transmisión, con otra subestación, que quedaría de reserva“, sumó.
El Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) confirmó que la situación permanece de esta forma. El órgano comunicó que la Empresa de Investigación Energética (EPE), ente responsable por la planificación a largo plazo del sector eléctrico brasileño, indicó la realización de algunos proyectos, como: la construcción de la nueva Subestación (SE) Macapá II y de dos nuevas Líneas de Transmisión (Macapá – Macapá III y Macapá III – Laranjal). La SE es una de las líneas ofertadas en subasta de ANEEL y las obras deben comenzar en septiembre de 2025. La línea Macapá III – Laranjal, por su parte, también fue licitada, pero no hay previsión de inicio.
Para este reportaje, Climate Tracker intentó conversar con el Ministerio de Minas y Energía y con el Gobierno de Amapá, para preguntar sobre las mejoras que fueron hechas para evitar que apagones vuelvan a ocurrir en el estado, pero hasta el cierre de esta publicación, no recibimos respuesta.
Soluciones locales para la crisis energética en la región
Para el profesor Ubaiara, existen soluciones viables para resolver la cuestión eléctrica en Amapá, que deberían ser prioridades, en lugar de la construcción de un gran proyecto como el del hidrógeno verde: “No faltan opciones, desde el aprovechamiento de los rellenos sanitarios para la generación de energía y construir un parque eólico en la Costa de Amapá, entre otras iniciativas que ya estudiamos en la Universidad. Nosotros, incluso, ya montamos diversos prototipos de soluciones limpias para la cuestión de la energía, pero que no conseguimos hacer ganar escala”.
La falta de diálogo entre la academia y los tomadores de decisiones es algo que le molesta. “Para nosotros, que estamos dentro de la universidad, muchas veces solo observamos suceder acciones, proyectos en marcha, pero no somos invitados a dialogar con las empresas de generación de energía y las concesionarias. No estamos en contra de los emprendimientos, pero nos gustaría participar del diálogo“, enfatizó.
Autora: Alice Martins Morais. Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina y FES Transformación