La contaminación de la fast fashion (moda rápida) en el mundo es un grave problema ambiental. Por año, toneladas de ropa son desechadas y terminan en vertederos, contaminando. Sin embargo, gracias al reciclaje muchas personas le están encontrando alternativas sostenibles.
Un claro ejemplo es la francesa Clarisse Merlet, quien preocupada por las toneladas de residuos textiles que se generan cada año, fundó una empresa que convierte la ropa desechada en ladrillos.
El emprendimiento se llama FabBRICK y allí hacen cientos de ladrillos aislantes térmicos y acústicos resistentes al fuego y a la humedad.
Estos ladrillos ecológicos son aptos para fabricar muebles, separar habitaciones y decorar paredes, y están trabajando para que puedan ser usados en la construcción en un futuro.