“Del polvo vienes y al polvo volverás” y El origen de las especies, son algunas de las referencias sobre el nacimiento de la humanidad y su relación con su ambiente: otros animales, bacterias, microorganismos, el propio suelo. Más allá de las ideologías sobre el origen de las personas, hay una verdad inapelable: solo pueden vivir si hay un suelo fértil. Y es lo que el mundo está perdiendo por la propia acción humana.
Por este “autoboicot” mundial comandado por acciones específicas de ciertos sectores que miden el lucro momentáneo, en vez de la sostenibilidad, en 2014, gracias al impulso de la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS), se comenzó a celebrar el Día Mundial del Suelo cada 5 de diciembre, para fomentar un correcto uso de la tierra que logre recuperar la fertilidad de este bien tan preciado.
Sus beneficios son infinitos, pero desde Naciones Unidas (ONU), los resumen de esta forma:
“La labranza excesiva, la sobreutilización de fertilizantes, los métodos de riego inadecuados y el uso de agua de mala calidad, la deforestación o la sobreexplotación de las aguas subterráneas son los factores principales” que perjudican y degradan al suelo en todo el mundo, según la ONU.
“Sobreutilización de fertilizantes” es el término utilizado, tímidamente, por la Organización que se refiere en verdad a los agrotóxicos, es decir, a los agroquímicos ―sean herbicidas, fungicidas, pesticidas u otros― que son nocivos tanto para la salud humana, como para la salud del suelo.
En la Cumbre Científica de Naciones Unidas, celebrada en noviembre pasado, un estudio determinó que el 100% de los participantes analizados de Buenos Aires (provincia argentina y la zona que más exporta soja para ganado a nivel mundial) tenían agrotóxicos en su cuerpo, más de lo “permitido” por los sistemas de salud, a pesar de no vivir en zonas fumigadas.
Más del 95% de los alimentos provienen del suelo y del agua, según la ONU. Pero más de un tercio de los suelos a nivel mundial están degradados y la cifra puede aumentar si su uso no mejora. “De los 18 nutrientes esenciales para las plantas, 15 son suministrados por los suelos, siempre que estén sanos”, informó la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en su primer informe mundial sobre suelos negros, en 2022.
No obstante, cerca de un tercio de los suelos de todo el mundo están ya degradados, y la pérdida de fertilidad del suelo hace que la tierra sea menos productiva y muchos cereales, hortalizas y frutas no sean tan ricos en vitaminas y nutrientes como hace 70 años”, sumó.
Las prácticas sostenibles de gestión del suelo, según la ONU, son “la labranza mínima, la rotación de cultivos, la adición de materia orgánica y los cultivos de cobertura”. Así, se reduce la erosión y la contaminación y mejora la infiltración y el almacenamiento del agua. “Estas prácticas también preservan la biodiversidad del suelo, mejoran la fertilidad y contribuyen a la retención de carbono, desempeñando un papel crucial en la lucha contra el cambio climático”, agrega.
Estas recomendaciones no son nuevas: es lo que hizo siempre la humanidad, hasta que la Revolución Verde de la década del ‘60 impulsó el uso de paquetes tecnológicos y semillas transgénicas que implicaba el uso de agroquímicos, para tener un “mejor rendimiento”. Ese rendimiento nunca llegó, porque los suelos comenzaron a degradarse y cada vez se necesitaron más y más agrotóxicos, para intentar acercarse a ese anhelado rendimiento.
“Nuestros sistemas agroalimentarios actuales tienen enormes costos ocultos para nuestra salud, el medio ambiente y la sociedad, que equivalen, al menos, a 10 billones de dólares anuales”, según la FAO. Esto supone casi un 10% del producto interno bruto mundial.
“La mayor parte de los costos ocultos, esto es, más del 70%, viene determinada por dietas poco saludables con alto contenido de alimentos ultraprocesados, grasas y azúcares, que son causa de obesidad y enfermedades no transmisibles y provocan pérdidas de productividad de la mano de obra. Estas pérdidas son especialmente elevadas en países de ingresos altos y de ingresos medianos altos”, continúa explicando la FAO.
Además, señala que los países de ingresos bajos son los más afectados por los costos de los sistemas agroalimentarios actuales, que representan más pobreza y subalimentación.
“La malnutrición y el cambio climático son dos de los mayores desafíos que enfrenta actualmente la humanidad”, dijo el Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), QU Dongyu, en un evento paralelo de alto nivel al margen de la la Conferencia de la ONU sobre el Clima COP28 .
“Celebramos el primer Día de la Salud en una COP de la ONU sobre Cambio Climático. Estamos siendo testigos de un punto de inflexión para la seguridad alimentaria, la inocuidad de los alimentos y la nutrición en esta COP28”, dijo Qu y subrayó que el derecho a la alimentación es un derecho humano.
Más del 40% de la población mundial es altamente vulnerable a los impactos de la crisis climática, y más de 3 100 millones de personas en todo el mundo, es decir, el 42% de la población mundial, no pudieron tener una dieta saludable en 2021, informaron.
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