Las historias de Uspallata son mucho más que relatos románticos: para los uspallatinos representan una fuerza vital, memorias de heroísmo que aún hoy inspiran al pueblo a levantarse para que el mundo lo escuche.
Por estos mismos caminos pasó el general José de San Martín durante su memorable gesta de independencia. Junto a su ejército cruzó la cordillera de los Andes a caballo y en mula, en condiciones extremas, para liberar a América del Sur de la opresión monárquica. Hoy, esa historia vuelve a cobrar sentido como inspiración para una nueva gesta de defensa y liberación: la de proteger la vida frente a los intereses económicos que amenazan el territorio.
El gobierno provincial ha abierto la puerta a empresas mineras —entre ellas el proyecto San Jorge— para instalarse y explotar la tierra, poniendo en riesgo la biodiversidad y la calidad del agua. Ante este escenario, el pueblo, igual que en 1817, busca repetir la hazaña sanmartiniana: descender la cordillera, ahora a pie, para advertir al mundo que Mendoza no permitirá la megaminería que se intenta imponer.
Uspallata es tierra protectora del agua. Sabe que aquí nacen los ríos que abastecen a toda la provincia. Gracias a la sabiduría ancestral de los pueblos originarios asentados en la zona, se ha cultivado una profunda conciencia del cuidado del agua, fuente de vida y garantía para las generaciones futuras. Por eso, Uspallata dice NO a la megaminería.




El 8 de diciembre marcharemos para continuar escribiendo nuestra historia y para demostrarle al gobierno —y al mundo— que el pueblo de Mendoza es soberano y no acepta imposiciones externas. No acepta convertirse en zona de sacrificio para que otros vivan en confort. No acepta la contaminación, la destrucción del territorio ni la pérdida del recurso más valioso de la provincia: el agua.
Serán 100 kilómetros recorridos a pie, cuesta abajo, hasta llegar a los oídos de quienes toman decisiones. Seremos miles de voces gritando: ¡No queremos megaminería!
No la queremos en nuestras montañas, ni en ningún lugar donde se ponga en riesgo la vida. Y aunque el poder que presiona al pueblo sea grande —y a menudo oculte información o mienta en beneficio propio— seguimos diciendo una y otra vez: NO a la megaminería. Sí a la vida. Sí al agua pura.













