El Papa Francisco hizo una nueva exhortación apostólica llamada “Laudate Deum” dirigido “a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática”. En palabras del sumo pontífice, tras su encíclica “Laudato si”, conocida como la “encíclica verde”, publicada ocho años atrás, no “ha habido reacciones suficientes” y por eso publicó esta continuación. “Solo estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos”, comunicó y criticó duramente a los líderes mundiales, incluido el empresariado, por su inacción frente a la crisis climática.
“El mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto del que no hay vuelta atrás”, dijo el Papa y advirtió que “es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas”, especialmente, la de las familias más pobres. “Lamentablemente la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda”, enfatizó.
En su escrito, el Papa fue contra los negacionistas del cambio climático y los políticos y empresarios que van detrás del poder y de sus intereses económicos por sobre el bien común. Además, llamó a cambiar la forma en que se vive en occidente y celebró a quienes ya lo están llevando a cabo en sus casas: “El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura. Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios alimenta la preocupación frente a las responsabilidades incumplidas de los sectores políticos y la indignación ante el desinterés de los poderosos. Advirtamos entonces que, aun cuando esto no produce de inmediato un efecto muy notable desde el punto de vista cuantitativo, sí colabora para gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad”.
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“Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres, podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo”, sumó.
Contra los poderosos lanzó: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?”. También, reconoció que el ser humano no puede vivir si no es cuidando a las demás especies: “La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres, pero hoy nos vemos obligados a reconocer que sólo es posible sostener un “antropocentrismo situado”. Es decir, reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas, porque ‘todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde’”.
“Esto no es producto de nuestra voluntad, tiene otro origen que está en la raíz de nuestro ser, ya que ‘Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación’. Así terminamos con la idea de un ser humano autónomo, todopoderoso, ilimitado, y nos repensamos a nosotros mismos para entendernos de una manera más humilde y más rica”.
“Todo está conectado” y “Nadie se salva solo” son dos frases que señaló que “repetirá hasta el cansancio”. “‘Alaben a Dios’ es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo”, concluyó la exhortación.
No es casual que el Papa Francisco haya publicado el escrito el miércoles 4 de octubre. Cada 4 de octubre se celebra la Fiesta de San Francisco de Asís, el santo patrón del ambiente y de los animales. Por eso también en muchos países se conmemora el “Día Mundial de los Animales”.