La presencia de ballenas en Miramar es un fenómeno que se repite año tras año y no deja de llamar la atención de turistas y residentes. Entre el invierno y la primavera de este año, estos cetáceos mostraron todo su esplendor en la costa de Buenos Aires.
Las ballenas, típicamente avistadas en Argentina en la Península Valdés, llegan a esta zona de la costa bonaerense en lo que funciona como “un corredor migratorio esencial“, según la Fundación Cethus.
La imponente aparición de esta especie marina en Miramar recuerda los cuidados que hay que tener para proteger a un mamífero perseguido en el mundo, víctima de la caza ilegal.
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Ballenas en Miramar: por qué llegaron
Desde julio hasta entrada la primavera, decenas de ballenas aparecen en la costa de Miramar en una parada técnica que sirve como corredor biológico.
Este fenómeno, frecuente desde hace años en la costa bonaerense, despertó el interés no solo de turistas y locales que disfrutan del magnífico paisaje desde la playa, sino también de los científicos.
Con el objetivo de estudiarlo, en 2013 se creó el proyecto de investigación “Conservación y Estudio de la Ballena Franca Austral, Eubalaena australis, en Aguas del Municipio de General Alvarado y Zonas Aledañas, Provincia de Buenos Aires”.
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Desde hace más de 10 años, la Fundación Cethus monitorea el comportamiento de estos cetáceos cuya presencia en Miramar ha sido fundamentada como un corredor migratorio esencial, es decir, un sitio que sirve como ruta de migración para que los animales se trasladen de un lugar a otro.
Ante esto, en aquel entonces se comenzó a censar a los mamíferos marinos con herramientas de foto-identificación.
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En su momento, el director de Promoción Turística del municipio de General Alvarado, Carlos Pagliardini entendió que las ballenas “podrían estar eligiendo las costas de Miramar como su lugar de reproducción”, según informó La Capital: “También se hallaron fósiles de ballenas de muchos años atrás, lo que refuerza este supuesto”, consideró Pagliardini.
Frente a la presencia de las ballenas en Miramar, el avistamiento debe realizarse de manera responsable “para disfrutar del fenómeno sin perturbar a los animales” ya que, según informa una investigación de la Fundación Celthus, “el avistaje no responsable de cetáceos es considerado una amenaza potencial”, como así también la contaminación acústica.