China ha llevado a cabo uno de los esfuerzos ambientales más ambiciosos en la meseta de Loess. Esta región, que abarca más de 245.000 millas cuadradas (634,547.55 kilómetros cuadrados) en tres provincias y partes de otras cuatro, ha sido el hogar de unos 100 millones de personas. No obstante, y según el ecologista John D Liu, a finales del siglo XX, esta tierra fértil se consideraba la más erosionada del planeta.
¿Por qué tenía este calificativo? Tal como revela un artículo de The Guardian, “generaciones de agricultores habían limpiado y cultivado la tierra, degradando lentamente el suelo y destruyendo la cubierta natural”. El gobierno chino, impulsado por la emergencia ambiental, lanzó en 1999 el proyecto Grain to Green para revertir el daño causado por el pastoreo excesivo y la sobrecultivación. Este proyecto piloto, respaldado por fondos del Banco Mundial, se convirtió en el proyecto de conservación de agua y suelos más grande y exitoso del mundo.
El enfoque principal era restaurar la producción agrícola y los ingresos en la meseta, pero también se logró reducir las tormentas de polvo que afectaban a las ciudades chinas. A través de subsidios y programas de reconversión agrícola, China logró convertir más de 11,500 millas cuadradas (29,784.89 kilómetros cuadrados) de tierras de cultivo en bosques o pastizales para el año 2016, aumentando la cobertura vegetal en un 25% en una década.
¿En qué consistía? “Se otorgaron subsidios en grano y dinero a quienes convertían tierras de cultivo en pastizales, bosques económicos o bosques ecológicos protegidos. Se otorgaron subsidios fiscales y beneficios para compensar las pérdidas agrícolas, contratos de uso de la tierra a largo plazo y la conversión a una agricultura más sostenible, incluyendo huertos frutales y cultivos de frutos secos, así como programas generalizados de empleo basados en la plantación de árboles”, señala The Guardian en su edición de hoy.
Además de los beneficios ambientales, el programa de restauración ha tenido un impacto positivo en la comunidad local. Lu Fuchin, un ex agricultor, compartió cómo el proyecto ha generado empleo y ha mejorado la calidad de vida de los habitantes de la zona. Este testimonio refleja el potencial transformador de las iniciativas de conservación en las comunidades rurales.
Más allá del éxito, el proyecto tiene el desafío de adaptarse constantemente al cambio climático en la región para garantizar la sostenibilidad a largo plazo. Es que según concluye el medio internacional, “la meseta está ubicada en una zona de transición entre climas áridos y semihúmedos”.
*Fuente: The Guardian (Investigación adicional de Jason Tzu Kuan Lu)