Las COPs son reuniones anuales donde los países firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se reúnen para evaluar el progreso en la implementación de los acuerdos climáticos y establecer nuevas metas y compromisos. La COP29, que concluyó recientemente en Baku, si bien se se lograron algunos avances importantes (como la finalización de las reglamentaciones del Acuerdo de París en materia de mercados de carbono), la adopción de una pobre meta financiera (NCQG) y la retirada de la delegación argentina nos dejaron a la comunidad internacional, y los argentinos en particular, con un gusto amargo.
¿Qué es el NCQG y que se acordó en la COP29?
Uno de los resultados más destacados de la COP29 fue la adopción del NCQG, la meta de financiamiento climático que se tenía que actualizar en esta COP (anteriormente conocida como “los famosos 100 mil millones”). Esta meta, que es más que el número concreto que se acuerda, va a definir los recursos destinados para apoyar a los países en desarrollo en sus esfuerzos de mitigación y adaptación, así como también los mecanismos mediante los cuales estos recursos llegarán a los mismos.
Inicialmente, diversos borradores no oficiales circularon antes de la aprobación final. Uno de estos textos proponía elevar la meta central a 300.000 millones (300 billones (en inglés, lenguaje oficial de los textos de la CMNUCC, 1 billón quiere decir 1.000 millones en español, y 1 trillón, 1 billón]) de dólares anuales, un movimiento que recibió el respaldo de la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Australia. Paralelamente, el G77 y China presionaron para que el objetivo se elevara a 500.000 millones de dólares anuales, argumentando que esta cifra reflejaba mejor las necesidades financieras reales de los países en desarrollo.
Finalmente, tras intensas negociaciones que se extendieron hasta las 3 am del domingo, se aprobó un texto final que fijó un objetivo central de “al menos 300.000 millones (300 billones) de dólares anuales” para 2035. Este monto estaría acompañado por un compromiso más amplio de movilizar 1.3 billones (1.3 trillones) de dólares anuales provenientes de todas las fuentes, incluidas fuentes públicas, privadas, bilaterales y multilaterales.
Este monto, a pesar de ser considerado un avance de los 250.000 millones (250 billones) presentados en el primer borrador, sigue sin ser suficiente para los países en desarrollo frente a los crecientes costos de adaptación y mitigación. La actual brecha entre lo prometido y lo necesario tiene el potencial de obstaculizar los esfuerzos globales para mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5°C de una forma justa, donde cada nación facilite recursos acorde a lo que ha aportado a la crisis climática actual que estamos viviendo.
Por su parte, los países desarrollados, aunque aceptaron la mención a la cifra de 1.3 billones (1.3 trillones) de dólares anuales en el texto final, enfrentan el desafío de garantizar la transparencia en el desembolso efectivo de los 300.000 millones (300 billones). Las promesas anteriores de financiamiento climático, como el compromiso de 100.000 millones (100 billones) de dólares anuales establecido en 2009 pero solo recientemente alcanzado por primera vez en 2022, han demostrado ser difíciles de cumplir, lo que ha generado desconfianza entre los países receptores.
Éramos muchos y parió la abuela (o mejor dicho, la delegación Argentina se retiró de la COP29)
Como si fuera poco y en medio de negociaciones tan importantes sobre financiamiento, el Gobierno nacional decidió que la delegación argentina se retire de la COP29, un movimiento que sorprendió a la comunidad internacional y a la sociedad civil presente en Bakú.
Más allá de la posición política del Gobierno actual, la retirada de nuestros país de un foro como la COP29 y las conversaciones en el ámbito de la CMNUCC, tienen implicaciones en nuestra imagen a nivel internacional. Este comportamiento errático y de último momento nos convierte en un actor poco creíble, y la disociación de estas negociaciones (especialmente las referidas al financiamiento climático) tienen el potencial de dejarnos afuera de conversaciones y flujos financieros clave en materia climática. En pocas palabras, nos estamos quedando afuera de conversaciones de plata, en un momento que Argentina necesita mucha, mucha plata.
*Este artículo fue escrito por Azul Schvartzman, Dir. de operaciones de Energy Transition Lab.