El proceso de transición energética que empezó a desarrollarse en todo el mundo nos vino a plantear desafíos en términos de planificación, conocimiento, financiamiento y desarrollo tecnológico, entre otros. Todo eso que nos habíamos imaginado sobre cómo iba a ser o cómo tenía que ser el mundo, cambió, pidiéndonos una cosmovisión totalmente diferente sobre lo que producimos y cómo lo hacemos. Este cambio total de rumbo demanda el esfuerzo de muchos actores muy distintos, quienes tienen que articular para que este nuevo futuro sea posible.
En este sentido, tanto el sector público como el sector privado son actores centrales e imprescindibles de este proceso. Por un lado, el sector público tiene que aportar un liderazgo que permita la construcción de un marco de previsibilidad, regulación y planificación estratégica para la transición. El Estado tiene que marcar la cancha y ser quien motorice al equipo y distribuya el juego al resto de los jugadores.
Por otro lado, el sector privado es fundamental para contar con el financiamiento, conocimiento (know how), la tecnología y los estándares de competitividad que se demandan a nivel internacional. Existen muchas empresas vinculadas al sector energético que tienen mucho para decir y para hacer, articulando con el sector público para brindar la experiencia y los recursos, humanos y financieros, que tienen a disposición y que son claves para desarrollar proyectos en pos de la transición a gran escala.
¿Cómo se puede articular? Ejemplos concretos en Argentina
Existen diversas formas de articulación entre el sector público y el sector privado. En primer lugar, podemos mencionar a las empresas mixtas como YPF. Resulta necesario recordar que antes de que el Estado argentino recupere el 51% de la empresa, dueña en aquellos años, estaba haciendo un mal uso de la explotación de los recursos hidrocarburíferos de nuestro país, sin generar inversiones para nuevas exploraciones o desarrollo innovador. Una vez en manos del Estado, YPF hizo un acuerdo con la empresa estadounidense Chevron para generar inversiones en Vaca Muerta. Esta alianza marcó el puntapié del desarrollo de los recursos no convencionales de Vaca Muerta, al ser el primer emprendimiento exploratorio de gran magnitud en la cuenca neuquina, con una inversión de miles de millones de dólares.
A su vez, esto nos introduce en una segunda forma de articulación: la inversión conjunta o co-financiación de proyectos. Este fue el caso de YPF y Chevron, como también del acuerdo que se está intentando firmar entre YPF y la empresa malaya Petronas para la construcción de una planta de GNL en la Argentina. Este acuerdo público-privado sería fundamental para posicionar a nuestro país como un exportador de gas de gran relevancia a nivel internacional.
Sin embargo, es una posibilidad ya barajada que Petronas de marcha atrás en una inversión de más de 30 mil millones de dólares. Si esta situación se diera así, sería fundamental abrir las negociaciones a otras empresas para que puedan participar en esta asociación y facilitar la inversión y el know how necesario para llevar a cabo este proyecto estratégico.
Una tercera forma de articulación es la de las licitaciones públicas, donde las empresas compiten por contratos para llevar a cabo proyectos de energías renovables. Un ejemplo de esto fue el Programa RenovAr, el cual ha facilitado inversiones privadas en energía solar y eólica a través de contratos de compra de energía a largo plazo, dandole previsibilidad a las empresas. Como consecuencia de esto, se construyó el Parque Solar Cauchari en Jujuy, el más grande de Sudamérica, el cual se llevó a cabo por el gobierno de Jujuy (a través de JEMSE – empresa del Estado jujeño) en colaboración con empresas chinas.
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Otra forma de lograr vincular al sector público con el sector privado es la elaboración de regulaciones acerca de exenciones impositivas o regímenes de promoción. El Programa Generación Eléctrica a partir de Fuentes Renovables (GENREN) fue desarrollado en 2009 por el entonces Ministerio de Planificación Federal y ejecutado a través de la empresa pública ENARSA.
Este programa se desarrolló en el marco de la Ley 26.190 (hoy Ley 27.191) que establece un Régimen de Fomento Nacional para el uso de fuentes renovables de energía destinada a la producción de energía eléctrica. Bajo el Programa GENREN, y través de ENARSA, se adjudicó la contratación de 956 MW de energía eléctrica generada a partir de fuentes renovables. Unos 752 MW de estos eran origen eólico, bajo los cuales se le adjudicó a la empresa Genneia la construcción de 2 de los parques eólicos más relevantes del país en la Patagonia argentina (Parque Eólico Rawson y Parque Eólico Madryn).
Por último, cabe destacar la importancia de la articulación en las actividades de investigación y desarrollo. En este sentido, Y-Tec es la empresa argentina líder en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías para la industria energética. Está conformada por YPF y el CONICET, lo que per se ya le otorga un carácter articulador, al asociar una empresa mixta con el centro de investigación más reconocido de nuestro país. Además, desde CONICET expresan que se asocian con empresas para mejorar la capacidad tecnológica y competitiva de PyMEs, Cooperativas y Grandes Empresas con tecnología de punta para la innovación. Entre ellas, se vinculan con empresas de gran relevancia en el sector energético, como Pan American Energy.
¿Y entonces?
Para que Argentina logre una transición energética justa será crucial que el sector público y el sector privado trabajen en conjunto bajo una visión compartida, en la que el Estado debe garantizar la estabilidad y motorizar el desarrollo, y las empresas deben ser protagonistas en la inversión e innovación tecnológica. En definitiva, la transición energética demanda la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo donde el crecimiento económico y la sostenibilidad puedan ser actores de una misma película.
*Este artículo fue escrito por Camila Herrero – Especialista en Investigación del Laboratorio para la Transición Energética.