Brasil se encuentra en su peor crisis hídrica de la historia. Más de 1400 ciudades y el 59% del territorio nacional enfrentan una grave escasez de agua, según datos oficiales. La deforestación del Amazonas, acelerada en las últimas décadas, es uno de los principales factores que agravan esta situación.
La deforestación del Amazonas está alterando los patrones de lluvia en toda América del Sur. Los árboles desempeñan un papel fundamental en el ciclo del agua, absorbiendo el líquido del suelo y liberándolo a la atmósfera en forma de vapor. Este vapor se condensa y forma nubes, generando las lluvias que alimentan ríos y acuíferos.
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Sin embargo, la tala indiscriminada de árboles está reduciendo drásticamente la cantidad de humedad liberada a la atmósfera, lo que provoca una disminución en las precipitaciones y agrava las sequías.
El cambio climático, causado en gran medida por las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la deforestación y otras actividades humanas, también está exacerbando la crisis hídrica en Brasil. Aumentos en la temperatura global y cambios en los patrones climáticos están contribuyendo a la intensificación de eventos extremos como sequías e inundaciones.
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