En un mundo que enfrenta la urgencia del cambio climático y la necesidad de reducir emisiones, la energía nuclear vuelve a estar en el centro del debate. Argentina, uno de los pocos países latinoamericanos con capacidad nuclear, tiene una oportunidad única para reposicionar esta fuente de energía en su matriz energética. Pero, ¿cuál es el verdadero potencial de la energía nuclear en el país? ¿Estamos preparados para aprovecharla? Un reciente informe de Agendata Fundar pone blanco sobre negro en la temática.
Según el documento, la energía nuclear es una de las fuentes más limpias porque no produce grandes cantidades de gases de efecto invernadero ni contaminantes atmosféricos. Además, su capacidad de generación constante la hace una opción confiable, a diferencia de otras energías intermitentes. Sin embargo, en Argentina su participación es marginal: apenas el 2,2% de la matriz energética nacional, por debajo del promedio global (4%) y muy lejos de países como Francia, donde representa el 35%.
A nivel mundial, solo 33 países producen energía nuclear, y Argentina ocupa el puesto 27, con una generación de 9 TWh en 2023. Comparado con los líderes del sector —Estados Unidos (775 TWh), China (435 TWh) y Francia (336 TWh)—, el país tiene un camino largo por recorrer.
Historia nuclear argentina: auge, estancamiento y ¿renacimiento?
Argentina fue pionera en la región con la puesta en marcha de Atucha I en 1974, seguida por Embalse en 1984. Durante las décadas de 1970 y 1980, la energía nuclear creció hasta alcanzar su pico en 1991 (4,2% de la matriz). Sin embargo, la falta de inversiones y el avance de otras fuentes energéticas llevaron a un estancamiento.
Recién en 2014, con la inauguración de Atucha II, el país retomó el camino nuclear. Pero el ritmo sigue siendo lento. Mientras otras naciones apuestan por reactores modulares y tecnologías avanzadas, Argentina aún depende de un parque envejecido y sin planes claros de expansión.

Por su parte, el panorama global es desigual. Tras los accidentes de Three Mile Island (1979), Chernóbil (1986) y Fukushima (2011), Occidente frenó su desarrollo nuclear. Europa y América del Norte redujeron su capacidad, mientras que Asia siguió creciendo, liderada por China, Corea del Sur e India.
Hoy, el cambio climático está reabriendo el debate. Países como Alemania optaron por el abandono nuclear, mientras que Francia, Reino Unido y Estados Unidos apuestan por modernizar sus centrales. Argentina, en este contexto, tiene una oportunidad: puede consolidarse como líder regional en energía nuclear si logra inversiones y planificación a largo plazo.
Los desafíos: tecnología, financiamiento y consenso social
Para que la energía nuclear gane terreno en Argentina, se necesitan:
- Inversión en tecnología: Reactores modulares y cuarta generación podrían ser una alternativa más segura y eficiente.
- Financiamiento sostenible: Los proyectos nucleares requieren altos costos iniciales, pero su vida útil (hasta 60 años) los hace rentables.
- Educación y consenso: El fantasma de Chernóbil y Fukushima aún pesa. Es clave informar sobre los avances en seguridad y los beneficios ambientales.
En definitiva, la energía nuclear no es la única solución, pero sí es una pieza clave en la transición energética.
*Fuente: Datos de Argendata.