La falta de agua dejó de ser un problema del futuro hace tiempo. Habitar un mundo finito como si fuera infinito tiene sus consecuencias y, aunque todas las personas pueden tener alguna responsabilidad, no se asemeja ni un poco a lo que provocaron determinadas grandes empresas. España y Grecia son dos claros ejemplos: son los países europeos con más estrés hídrico.
España ocupa el primer lugar en el Viejo Continente: la demanda supera la cantidad de agua disponible.
Así lo informó Greenpeace, ya que un estudio reveló que el 75% del territorio español está en riesgo de desertificación.
La desertificación es un proceso de degradación donde el suelo fértil y productivo pierde total o parcialmente su capacidad de producir. Este flagelo es una consecuencia del cambio climático y de las prácticas insostenibles.
Casi 12 millones de personas no tienen acceso libre al consumo de agua y zonas como Andalucía o Cataluña están en emergencia por sequía.
Sin embargo, eso no es todo. El 44% de las reservas de agua subterránea en el país europeo están en malas condiciones por la sobreexplotación y la contaminación.
La ONG ecologista de España también exige un mayor control y transparencia en el uso del agua, ya que en 2023 se detectaron más de 1 300 infraestructuras ilegales para su extracción.
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