Cada 22 de agosto se celebra un nuevo aniversario del Parque Nacional Aconquija, emblema natural del norte argentino y refugio de biodiversidad. Pero en los últimos años, el valor de esta región comenzó a pensarse más allá de sus límites formales. Hoy, el Aconquija también se proyecta como un paisaje colectivo: una figura innovadora que integra producción, conservación y bienestar social en un mismo territorio.
Así nace el Paisaje Protegido Aconquija (PPA), una experiencia piloto en Tucumán que reúne a comunas rurales, empresas citrícolas, organizaciones sociales, universidades y áreas protegidas provinciales y nacionales, con un objetivo común: construir una agenda compartida para cuidar los recursos naturales, producir de manera responsable y mejorar la calidad de vida de las comunidades.
El PPA abarca más de 320.000 hectáreas entre sierras, ríos, bosques de Yungas y ambientes altoandinos. En su interior conviven cinco áreas protegidas formales, pero también decenas de fincas productivas, pueblos, escuelas, rutas y corredores biológicos. Es un territorio vivo, diverso y estratégico: aporta agua a miles de personas, resguarda especies únicas como la ranita marsupial y ofrece alimentos al país y al mundo.
Gobernanza colectiva para una agenda común
Lo que distingue al PPA es su metodología: no se trata de imponer reglas desde afuera, sino de construir consensos desde adentro. A través de talleres participativos y grupos de trabajo temáticos, se identificaron prioridades concretas para trabajar en conjunto: restauración de ecosistemas, desarrollo de infraestructura comunitaria, educación ambiental, monitoreos de biodiversidad, gestión de residuos, impulso al turismo local y hasta la reintroducción del tapir, extinto en Tucumán hace más de 70 años.
El Parque Central Santa Ana, por ejemplo, está siendo puesto en valor como un espacio de encuentro comunitario y aula verde para la educación ambiental. En paralelo, avanza el proyecto de refaunación del tapir, liderado por la Reserva Horco Molle, que ya identificó sitios de presuelta dentro del paisaje.
El Proyecto Tapir: restaurar lo perdido, construir futuro
Uno de los proyectos más significativos dentro del PPA es la iniciativa de reintroducción del tapir (Tapirus terrestris), una especie extinta en la provincia de Tucumán desde hace más de 70 años. Este animal, considerado una especie clave por su rol en la dispersión de semillas y la regeneración del bosque, es clave para la restauración ecológica de las Yungas.
En el marco del Proyecto Tapir, liderado por la Reserva Experimental de Horco Molle junto con Fundación ProYungas y otras instituciones, se identificaron varios sitios de presuelta dentro del paisaje que reúnen condiciones adecuadas para la liberación y seguimiento de ejemplares.
El proyecto avanza con un enfoque interdisciplinario que combina conocimientos científicos, monitoreo técnico y trabajo comunitario. La recuperación del tapir no solo representa una acción concreta de restauración, sino que también funciona como un catalizador para fortalecer la identidad ambiental del territorio y promover el compromiso colectivo con su conservación.
Además, se elaboraron contenidos educativos y materiales de difusión para acompañar el proceso: desde módulos escolares hasta cartillas para docentes y talleres para productores y fuerzas de seguridad.
¿Por qué es importante?
El Paisaje Protegido Aconquija propone una nueva forma de habitar y gestionar territorios de alto valor ambiental, con beneficios que trascienden sus fronteras:
- Agua: protege la principal fuente hídrica de la provincia.
- Producción responsable: impulsa buenas prácticas en fincas agrícolas, forestales y ganaderas.
- Conservación activa: promueve la restauración de flora y fauna nativa.
- Bienestar local: articula proyectos con impacto social, educativo y cultural.
- Resiliencia climática: fomenta soluciones basadas en la naturaleza ante los desafíos del cambio climático.
- Posicionamiento estratégico: consolida a Tucumán como una de las provincias con mayor superficie protegida relativa del país.
Un modelo en construcción
El PPA no es un plan cerrado ni una etiqueta formal: es un proceso abierto, en construcción constante. Ya se definió una agenda para 2025, con nuevos talleres, incorporación de actores y acciones en marcha. La figura del paisaje colectivo busca justamente eso: integrar visiones, sumar manos, potenciar lo que ya existe y generar valor social, ambiental y económico en simultáneo.
Una estrategia que se multiplica en el país
El paisaje colectivo es un modelo de gestión territorial que busca integrar conservación, producción y desarrollo local a partir de acuerdos multiactorales y una planificación compartida. No se limita a un área protegida ni a una finca productiva, sino que reconoce al territorio como una unidad compleja donde confluyen comunidades, actividades económicas y bienes naturales.
Este enfoque está comenzando a replicarse en distintos puntos del país bajo el paraguas del proyecto Impacto Verde, una iniciativa financiada por la Unión Europea que impulsa experiencias piloto en el Norte Grande, con el objetivo de avanzar hacia un desarrollo sostenible que articule de manera equilibrada la producción responsable y la conservación ambiental.