Mi nombre es Sandra y hace más de 9 años que mi marido y yo vivimos en Bahía Laguito Escondido, margen Norte del Lago La Plata, Alto Río Senguer, Chubut. Somos dos jubilados que vivimos en una cabaña construida con nuestras propias manos, a 120 km del pueblo más cercano, en la que invertimos todos nuestros ahorros para lo que pensamos sería una mejor vida escapando del intenso bullicio de la ciudad, del flagelo de la inseguridad y del maltrato continuo de los vecinos.
Decidimos venirnos a un lugar donde no tenemos gas natural, ni luz de red, ni agua corriente, ni cloacas, ni negocios o médicos cerca. Recién el año pasado conseguimos tener señal de internet. Hay gente que lo llama “ir para atrás”, pero optamos por este cambio de vida buscando paz. Pronto descubrimos que el sistema no quiere este tipo de opciones de vida, donde debes arreglártelas con lo que tenés y no corriendo a consumir…
Durante toda nuestra vida recorrimos la Patagonia en vacaciones haciendo camping, y soñando con vivir en ella algún día. En ese tiempo fuimos viendo como mucho su vasto territorio pasaba a manos privadas y en muchos lugares se prohibía acampar. Lamentablemente, y en paralelo, a nuestros ahorros se los llevaba el corralito, lo que hacía desvanecer nuestros sueños. Sin embargo, la operación de mi marido fue ese punto de inflexión que nos trajo a vivir a Lago La Plata.
No fue nada fácil llegar al lugar que elegimos: la huella estaba intransitable y cargados como íbamos, era mucho más difícil. Pero vivir en el bosque, frente al lago vale todo el esfuerzo pasado, presente y futuro; porque cada día conlleva tareas necesarias como juntar, cortar y acopiar o reponer leña, mantener nuestros invernaderos para autoabastecernos de verduras, palear nieve abriendo camino alrededor de la cabaña en invierno, entre otras. Durante el invierno quedamos imposibilitados de salir porque el camino-huella se bloquea de nieve y solo contamos con un gomón inflable que no es recomendable utilizar a tan bajas temperaturas.
Ofrecimos ayuda y trabajo gratis para la municipalidad en el camping del lago, pagar un impuesto o servir como punto de conexión para los turistas. Yo incluso presenté un proyecto al Municipio. Pero ni la Fundación que vino a la zona un año después de nosotros, ni ninguna institución aceptó nuestra colaboración, aunque frecuentemente dicen que no les alcanzan los fondos para gestionar la zona… ¿será que el lugar estaba reservado para grandes inversores? Si el Municipio no tiene dinero, ¿por qué no aprovecha nuestra presencia ya que hemos ofrecido ayudar?
Al poco tiempo de estar construyendo, el Municipio de Alto Río Senguer nos inició 2 juicios: uno penal y otro civil. El penal, en el cual nos acusaron de usurpación clandestina, tuvo una carrera meteórica: en 2 años dictaron sentencia y fuimos absueltos.
Durante el tiempo que duró ese primer juicio nos pasó de todo: tuvimos muchas visitas de gente, algunos nos alentaban y otros todo lo contrario; incluso algunos luego declararon en nuestra contra. También nos robaron cosas cuando íbamos a ver al juez y cuando salimos a hacer la denuncia del robo; nos calumniaron por la Radio Nacional del pueblo, e incluso incitaron a la violencia en nuestra contra por las redes; el juez nos declaró en rebeldía y nos mandó buscar con el GEOP (Grupo Especial de Operaciones Policiales), quienes esposaron y maltrataron a mi marido para llevarnos ante él pero no nos habíamos presentado porque no podíamos salir debido a la nieve. Además nos ocurrió que algunos comerciantes no nos atendían a pedido del municipio. Y nos mantuvieron presos a mí durante un día y a mi marido durante siete.
En el ínterin, nos endeudamos para construir algo que pudiéramos alquilar en temporada para mejorar nuestros ingresos que solo consisten en mi jubilación. Lo hicimos al ver que todos construían nuevas viviendas en el lago, y que el intendente hablaba de fomentar el turismo y tener una entrevista con los pobladores del Lago. Pero lejos de los discursos, desde la intendencia nos terminaron destrozando la construcción a 3 días de terminada y fuimos esposados por la policía en un proceso muy viciado de forma.
Hoy en día, nos está siendo dificultoso tener un abogado que nos garantice nuestra justa defensa para el juicio civil que está en marcha, que aparentemente avanza, pero nadie nos informa su estado. En el anterior, tuvimos un abogado designado de oficio. Y las denuncias de los robos y del destrozo, la Fiscalía las cajoneó.
En nuestro país hay millonarios extranjeros que han comprado tierras con lagos enteros dentro y han cerrado los accesos. Nosotros no solo no hemos alambrado nada sino que incluso hemos mejorado a pura pala el camino-huella de acceso, lo cual muchos turistas nos agradecen porque gracias a eso pueden ingresar mejor al lago. Y hemos limpiado los lugares que usan los turistas (porque muchos dejan basura), apagado fogones mal apagados, denunciado vía mail el destrozo a la corteza de una lenga milenaria que le hicieron para hacer tiro al blanco (mucha gente no comprende la importancia del bosque y su cuidado). También hemos ayudado en más de una ocasión a turistas y vecinos. En nuestra zona hemos trasplantado lengas, cosa que el Área de Bosques felicitó en su primera auditoría (porque crecen amontonadas, les ataca un hongo, se pudren por dentro y caen rompiendo más y más árboles) y construido un muelle.
Solo queremos vivir esta etapa de nuestra vida de jubilados en estos 15 metros de costa que pertenecen a todos los argentinos, como lo indica el Código Civil y Comercial. No es nuestra intención adueñarnos de nada, solo vivir haciendo patria y afianzando la soberanía nacional en este lugar limítrofe. No entendemos por qué molestamos, ni toda la saña y recursos que utilizan en nuestra contra.
En los tiempos actuales, entendemos que no se comprenda nuestra decisión porque no está impulsada por el dinero sino por la búsqueda de una mejor calidad de vida en una manera no convencional, en un mundo y sistema que desvive a las personas manteniéndolas cautivas toda su vida en trabajos que los alejan de la naturaleza, promocionando falsas soluciones para los problemas ambientales, sin ofrecer acciones concretas como ésta: habitar los lugares y protegerlos desde dentro, descomprimiendo las ciudades.
Aquí hemos visto salir camionetas con zorros grises colgando ensangrentados, ¡y con lo que les cuesta vivir en esta zona a los zorros! (vimos por sus heces que comen bayas de chaura y pelos). También es hábitat de huemules que, al principio, los veíamos caminar libres por la zona, pero los capturaron y encerraron en unas cuantas hectáreas alambradas donde la Fundación, los gestiona en el Lago Fontana…
Sabemos que la mayoría de la gente no disfruta viviendo de forma tan rústica, pero nosotros lo llevamos bien y solo pedimos que nos entreguen un permiso, para seguir tranquilos nuestra vida pacífica en la naturaleza.
Con esta carta que representa un breve resumen de nuestra historia, buscamos movilizar y llegar a algún abogado que nos represente.
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