Hace cinco décadas, Costa Rica se enfrentaba a una crisis ambiental sin precedentes. La deforestación galopante, impulsada principalmente por la expansión de la agricultura y la ganadería, estaba arrasando con sus bosques a un ritmo alarmante.
Hace 50 años, Costa Rica enfrentaba una acelerada pérdida de sus bosques, con una deforestación anual de 50.000 hectáreas (unas 70.000 canchas de fútbol).
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Sin embargo, este pequeño país centroamericano logró dar un giro radical y convertirse en un referente mundial en materia de conservación.
La transformación de Costa Rica
Gracias a una serie de políticas públicas innovadoras y a la participación activa de la sociedad civil, Costa Rica logró duplicar su cobertura forestal en los últimos 50 años. Hoy, más de la mitad de su territorio está cubierto por bosques, lo que ha contribuido a la protección de la biodiversidad y a la mitigación del cambio climático.
¿Cómo lo logró Costa Rica?
Este cambio radical a favor del ambiente no fue de un día para el otro, sino que contó con varias acciones tales como:
- Creación de áreas protegidas: la creación de parques nacionales, reservas forestales y otras áreas protegidas ha sido fundamental para la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad del país.
- Pago por Servicios Ambientales (PSA): este programa, implementado en los años 90, ha incentivado a los propietarios de tierras a conservar los bosques y a restaurar áreas degradadas, generando beneficios económicos para las comunidades locales.
- Cambio de modelo productivo: la transición de una economía basada en la agricultura y la ganadería hacia un modelo que promueve el turismo sostenible, la producción de energía limpia y otras actividades de bajo impacto ambiental fue clave para reducir la presión sobre los recursos naturales.
Desafíos actuales que enfrenta el país en torno al turismo
A pesar de los grandes avances logrados, Costa Rica aún enfrenta desafíos importantes. El crecimiento del turismo, si no se gestiona de manera adecuada, puede generar presiones sobre los ecosistemas y las comunidades locales. La construcción de infraestructura y el desarrollo inmobiliario en zonas frágiles también representan una amenaza para la conservación.