El Monte Everest, la montaña más alta del planeta, es conocida por su imponente belleza natural y sus desafiantes rutas de escalada. Sin embargo, en los últimos años, la “cima del mundo” se enfrenta a un problema poco conocido pero cada vez más grave: la contaminación con caca humana.
Según datos del Ejército de Nepal, se estima que hay 40 toneladas de caca acumuladas. Esto se da porque el clima extremo no permite que se degrade por completo.
Impactos ambientales de la caca en el Everest
Miles de escaladores visitan el Everest cada año, y con ellos, traen consigo una cantidad considerable de residuos. La falta de infraestructura adecuada para el tratamiento de aguas residuales y la dificultad para transportar desechos a altitudes elevadas convirtieron las laderas del Everest en un baño al aire libre.
Las consecuencias de esta contaminación son múltiples y alarmantes. La materia fecal sin tratar contamina las fuentes de agua, poniendo en riesgo la salud de los escaladores y las comunidades locales que dependen de estas aguas para su supervivencia. Los glaciares, que son vitales para el ecosistema del Himalaya, se ven afectados por la presencia de bacterias y patógenos.
Llevá tu bolsita: las medidas para paliar la contaminación
Para abordar este problema, se implementaron algunas medidas, como la instalación de baños portátiles y la obligatoriedad de que los escaladores lleven consigo sus propios excrementos de vuelta al campamento base, envueltos en una bolsa especial que los solidifica y desodoriza.
En promedio, cada persona produce alrededor de 250 gramos de heces por día y el ascenso suele durar semanas, por lo que se necesitan muchas bolsas. Sin embargo, la gran mayoría de los escaladores apoyan la medida.
No obstante, estas medidas aún no son suficientes para solucionar la magnitud del problema.
Se necesitan soluciones más drásticas y sostenibles, como la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales a gran altitud, la implementación de campañas de concienciación para los escaladores y la búsqueda de alternativas más ecológicas para el manejo de los residuos humanos.
La comunidad internacional, los gobiernos locales y los operadores turísticos deben unirse para proteger el Everest de esta amenaza. La “cima del mundo” no solo es un desafío para los escaladores, sino también una responsabilidad